Desde Tokio a Singapur, un país grandioso en su 50 cumpleaños

Aprovechando que hemos tenido unos días festivos en Japón, vuelvo a hacer la maleta y me escapo a Singapur para encontrarme en un primer paseo con una de las construcciones más bárbaras que he visto con mis propios ojos y que me ha dejado sin palabras: el Hotel Marina Bay Sands.

Marina Bay, SingapurEs uno de los edificios más populares que, además de un hotel con la piscina más alta del mundo en la parte de arriba, alberga un Centro Comercial enorme con todas las marcas internacionales presentes. Cuenta además con teatro, casino, spa, museo, plazas y si os digo que podéis hasta pasear en barca ¿os lo creéis?

Barcas dentro del Marina Bay Sands, Singapur

Pero Singapur es mucho más que su emblemático edificio (que costó, por cierto, 5.700 millones de dólares). La ciudad me pareció una auténtica delicia, casi tan limpia como Tokio, muy cómoda, segura, con mucha vida y con el Chinatown que más me ha gustado de los que he conocido hasta ahora.

Chinatown, Singapur

Los singapureños son maravillosos, educados y muy cercanos. Puede que resulte exagerado, y puede que lo sea, pero llegar a un país donde todo el mundo te entiende, tiene como resultado estos adjetivos. Me trataron estupendamente, claro que Singapur es la mezcla de las mezclas, nadie sobra; allí conviven chinos, malasios, indios, eurasiáticos… Pero vamos a seguir con este paseo virtual: fijaos en la entrada del templo hindú de Sri Mariamman.

Templo hindú Sri Mariamman, SingapurSingapur es uno de los centros financieros más importantes del mundo por eso no faltan sus rascacielos. 
Rascacielos, SingapurPero tampoco sus calles llenas de color, con casas bajas y pequeños comercios con un servicio personalizado y muy especial.

Casas bajas, SingapurMe llamó mucho la atención la cantidad de zonas verdes que hay en la capital. Una de las más famosas son las 100 hectáreas que ocupan los Jardínes de la Bahía que también podríamos llamar “los jardines del futuro”. (Esta foto la tomé desde la parte más alta del hotel).

Los Jardines de la Bahía de SingapurEn estos jardínes hay unos árboles artificiales de 50 metros que generan electricidad y tecnología hidráulica para conservar los jardínes. Por el día resultan un tanto extraños.

Árboles de los Jardines de la Bahía de Singapur

Sin embargo por la noche crean un ambiente de cuento fabuloso. Es un lugar único. Había leído algo sobre esta zona pero, en la distancia, no me llamaba nada la atención. En cuanto me planté frente a uno de esos árboles gigantes y comenzó un espectáculo de luces y música, tuve que rectificar.

Los Jardines de la Bahía con el Marina Bay, Singaur Y allí, junto a los árboles de mentira tuve la suerte de vivir, rodeada de singapureños, la celebración de su 50 cumpleaños. Conciertos, actividades, luces, música… Cada rincón de la ciudad celebraba que Singapur es un país independiente desde el 9 de agosto de 1965. 

50 cumpleaños de Singapur

Como os decía, viví las celebraciones desde los jardines, aunque no os había detallado que lo hice desde lo alto de uno de los árboles del futuro. Desde allí pude contemplar una alucinante exhibición aérea y de unos grandiosos fuegos artificiales que lanzaron, a la vez, desde diferentes puntos de la ciudad. ¡No sabía hacia dónde mirar!50 cumpleaños de SingapurEse 9 de agosto fue muy especial. Pude hablar con mucha gente que, orgullosa, celebraba ese día y que no sé si por prudencia o por la emoción del momento, sólo tenían buenas palabras hacia el grupo de gobierno que ha hecho posible que Singapur resurgiera después de ser expulsados de Malasia y de ser un país, hace 50 años, por el que pocos apostaban. Sí lo hizo Lee Kuan Yew (primer ministro de Singapur durante 30 años). Y, es curioso porque en Singapur la desigualdad social es notable, no hay salario mínimo, pero por otro lado todos tienen acceso a la vivienda y a la sanidad, el paro es de un 2% y la apuesta por la educación es clara (con cuatro idiomas oficiales).

50 cumpleaños de SingapurAsí me despedí de Singapur, con todos sus edificios luciendo los colores nacionales y con la sensación de querer vivir algún año de mi vida en ese país. Siempre que visito lugares nuevos me intento imaginar mi vida por esas calles, consciente en todo momento de que no es lo mismo estar unos días de vacaciones que residiendo. Y sí, en Singapur percibí algo que me gustó mucho aunque por ahora no me gustaría cambiar: mi día a día nipón sigue siendo un regalo.

¡Larga vida a Japón y yo!

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