Bella ciao

Desde que vivo en Italia, cada 25 de abril deposito un clavel en un monumento partisano, en conmemoración del aniversario de la liberación del país en 1945 de las últimas tropas nazis que la ocupaban y de la derrota definitiva de los fascistas de la República de Saló, pero también en homenaje de nuestros vecinos portugueses que derrocaron la dictadura fascista casi treinta años más tarde, en 1974. En España no tenemos un 25 de abril, pero sí muchos fascistas, que siguen entonando el Cara al sol en espacios públicos con total impunidad. En Italia, en cambio, se trata de un día festivo, no laborable, en el que se celebran diferentes actos reivindicativos.

A pesar de esta envidiable cultura antifascista, leo en un periódico italiano que en los últimos tiempos las cosas han cambiado. Una profesora denuncia en La Repubblica que un grupo de padres y madres ha criticado el uso de cánticos partisanos para transmitir esta educación antifascista a los niños de la escuela. En concreto Bella ciao, un himno que ha traspasado fronteras. Dicen estos padres lumbreras que si los niños aprenden cantos de rojos deberían también aprender los cánticos fascistas, por una cuestión de igualdad de condiciones. Y es aquí donde a uno le entran ganas de echarse las manos a la cabeza y retirarse a un rincón a llorar. Pero también es lo que nos permite entender el cocalacao mental de quienes ponen al mismo nivel a Marine Le Pen con Jean Luc Melenchon, por citar un caso reciente. La confusión vil de quienes desconocen que la Europa contemporánea se sostiene precisamente sobre los principios fundamentales del antifascismo y la solidaridad entre los pueblos y no en la exclusión y en el aislamiento. Y que por lo tanto no es lo mismo pretender enmendar esta Unión que desear dinamitarla desde dentro.

En numerosos monumentos en recuerdo a los héroes de la libertad se pueden leer extractos de un famoso discurso pronunciado por el jurista florentino Piero Calamandrei, uno de los padres de la Constitución italiana de 1948, en el que declaraba que “para conocer dónde había nacido la Constitución”, era necesario “peregrinar” a las montañas donde cayeron los partisanos, a las cárceles en las que fueron encerrados, a los campos donde fueron ahorcados: “En cualquier lugar en el que haya muerto un italiano para rescatar la libertad y la dignidad de la nación, allí es donde ha nacido nuestra Constitucion”.

Y allí donde triunfaron los partisanos italianos, nació también nuestra idea de Europa. Ojalá no se olvide nunca.

 

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