El próximo 11 de abril se cumplen 10 años de la muerte del escritor estadounidense Kurt Vonnegut, uno de los maestros del relato breve de la literatura anglosajona y un referente de la contracultura, tanto en los sesenta y los setenta como en la primera década del siglo XXI durante el mandato de George W. Bush. Superviviente del bombardeo de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial, Vonnegut reconstruyó su experiencia en Matadero 5, una especie de novela de ciencia-ficción con notas autobiográficas. Escribió otras novelas como Madre noche, Pájaro de Celda o El desayuno de los campeones. Poco antes de fallecer se publicó Un hombre sin patria, una recopilación de sus mejores artículos publicados en medios como The New Yorker en los que mezclaba las enseñanzas de teoría literaria con la sátira política y su pasión por el dibujo.
Pero si algo nos ha enseñado Matadero 5 es que la muerte es solo un momento, un instante en el continuo, no un final. El protagonista de aquella novela lo explicaba así: “Lo más importante que he aprendido en Tralfamadore es que cuando una persona muere, muere solo en apariencia. En el pasado está todavía viva, por lo que es realmente absurdo llorar en su funeral. El pasado, el presente y el futuro han existido siempre y siempre existirán. Los tralfamadorianos pueden contemplar esos momentos diversos de la misma manera que nosotros contemplamos la extensión de las Montañas Rocosas. Pueden ver cómo todos esos momentos son permanentes y contemplar cada momento que les interesa. Es solo una ilusión propia de los terrícolas creer que a un momento le sigue otro, como los nudos de una cuerda, y que cuando un instante ha pasado, ha pasado para siempre”.
Y es por eso que el bueno de Kurt sigue por aquí con nosotros, aunque muriera hace diez años.
