La música italiana no se puede entender sin el Festival de la Canción de Sanremo, un certamen que se celebra ininterrumpidamente desde el año 1951 y que ha alzado a artistas de la talla de Domenico Modugno, Gigliola Cinquetti, Adriano Celentano, Al Bano y Romina Power, Eros Ramazzoti o Il Volo, y ha despreciado injustamente a otros muchos que no lo merecían, forjando los gustos de la cultura popular, a veces con grandes himnos, otras muchas con inanes tonadillas. Es en cualquier caso un espectáculo digno de ver, en primer lugar porque paraliza el país durante tres días. En segundo, porque representa lo mejor y lo peor de Italia: grandes talentos artísticos que compiten en un formato televisivo rancio y viejuno.
Este año me he llevado una agradable sorpresa. Lo he visto por pura inercia, de fondo, mientras hacía otras muchas cosas, y al final ha consagrado al único artista cuya representación me había gustado, Francesco Gabbani, un cantautor de música electrónica que no esconde en absoluto su inspiración en el maestro -¿qué digo? ¡El genio!- Franco Battiato. La canción se llama Occidentali’s Karma y además de ser muy bailable, de estar escrita bien y contener una cierta mirada de autor, dispara name droppings como solo Battiato sabía hacer (hasta ahora).
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Obviamente, esta semana también hay estrenos. Están aquí.