Entrevista: Olivier Assayas

Olivier Assayas. Foto: A.Díaz

El realizador francés Olivier Assayas (París, 1955) inauguró la 32º edición de la Mostra de Valencia con Carlos,
su ciclópeo proyecto cinematográfico sobre la vida del prófugo más
buscado de Francia y azote de los servicios secretos occidentales
durante la Guerra Fría:
Ilich Ramírez Sánchez, también conocido como Carlos, El Chacal.

¿Qué le atrajo de Ilich Ramírez?

Se
trata de un personaje con un destino excepcional, que se sale de la
norma, que era la imagen de una generación, así como una historia muy
atractiva de los años setenta. Además, representa una problemática
geopolítica muy concreta: el final de la Guerra Fría. Se da esta mezcla:
la dimensión humana del personaje y ese reflejo de la historia, que es
una combinación que se da raramente en el cine.

¿En qué ha cambiado su percepción del personaje?

A
lo largo del proceso comprendí mucho mejor su naturaleza, comprendí que
existían diferentes Carlos en diferentes épocas de su vida. Y para
comprender al personaje había que representarlo en sus diferentes etapas
y esto le da sentido porque las etapas se complementan. Y esto redundó
en que quisiéramos hacer una película tan larga.

¿No pensó estrenarla en dos partes como ya se hizo en España con La mejor juventud?

Habría
preferido que no hubiese dos versiones, que se emitiese en tres partes
para la televisión y en dos para el cine, y no tener que hacer un nuevo
montaje de la película. No fue así debido a la financiación: precisaba
una película en un formato clásico aceptable para su distribución.
Aunque la versión íntegra se ha presentado en Estados Unidos e
Inglaterra con un descanso.

¿Qué le interesaba más: la complejidad del personaje o la verosimilitud histórica?

Ambas
cosas. Los rasgos de Carlos son históricos, basados en testimonios de
gente que lo conoció y en descripciones escritas de la época. Intento
mantenerme lo más próximo posible a su personalidad. Esos elementos de
narcisismo, machismo y violencia que forman parte de su carácter, así
como el instinto de supervivencia que le movió siempre. Por necesidad
tuve que mantenerme próximo al detalle de la vida de Carlos, a su día a
día, y al tiempo tener una perspectiva histórica con respecto a la
geopolítica: el final de la Guerra Fría, la Primera Guerra del Golfo. El
personaje es siempre Carlos y va cambiando al mismo tiempo que cambia
su mundo alrededor.

¿Qué papel tuvo la prensa en la mitificación de Carlos?

Carlos
es una creación mediática: los medios le convirtieron en una figura
novelesca. Estaba más vinculado a la prensa que a los movimientos de
izquierda, que recelaban de él.

¿Se puede decir que Carlos se miraba en el Che Guevara?

Son
dos personajes de una naturaleza completamente diferente. El Che era un
escritor, un teórico, un político, un líder. Carlos era solo un soldado
que ejecutaba órdenes. No era un pensador ni un ideólogo ni un teórico
ni siquiera un jefe, simplemente alguien que ejecutaba operaciones. Y
cuando no estaba al servicio de nadie, se dedicaba a vender armas.

¿La verosimilitud también redundó en la elección de Édgar Ramírez como protagonista?

El
productor quería un actor conocido, pero yo necesitaba seguridad y
confianza. Édgar habla cuatro idiomas y tenía una cultura política y un
gran conocimiento de los hechos históricos. Contribuyó también como uno
de los artesanos de la película. Se puede decir que dirigía la película
desde dentro, lo que fue una gran ayuda en el aspecto creativo.

¿Es cierto que después del rodaje el actor se sometió a psicoanálisis?

Sí, necesitaba deshacerse del personaje, es uno de los riesgos de la profesión.

Ilich
Ramírez envió una carta al actor en la que se remontaba a los orígenes
de ambos, el mismo linaje de los Ramírez de Venezuela, descendientes de
un conquistador español, y le formulaba la siguiente pregunta:
¿Por qué te prestas a la propaganda contrarrevolucionaria infamando al más famoso de los Ramírez? ¿La ha leído?

Sí,
es totalmente delirante, cuando Édgar la recibió, se quedó
traumatizado. La carta acaba con vivas a Alá y la revolución. Creo que
refleja un poco el estado en el que se encuentra ahora Carlos.

La abogada de Carlos, además, amenazó con iniciar un proceso judicial durante el rodaje.

Hubo
varios procesos judiciales para pedir que Carlos accediera al guión de
la película y participase, lo que era totalmente inaceptable, no podía
hacerse una película de este tipo bajo el control de Carlos. Una vez
terminado el rodaje, no se volvió a plantear ninguna acción jurídica,
cuando se podría haber hecho. Es posible que si hubiese habido un
acuerdo económico, habríamos tenido menos dificultades.


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