El fango

Al novelista valenciano Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna, 1949-2015) le atemorizaba opinar de “cualquier cosa”. Así contemplaba las entrevistas, que se habían multiplicado en los últimos años de su vida, sobre todo después del éxito de sus novelas más recientes, Crematorio (2007) y En la orilla (2013) -galardonadas ambas con el Premio de la Crítica y la segunda, además, con el Premio Nacional de Narrativa-. Con ellas se había forjado la fama de cronista de la crisis, retratista de la corrupción y de las miserias humanas y sociales que rezumaban del “capitalismo fantasmagórico” español, como él mismo lo definía. Pero Chirbes todo lo que tenía que decir, lo decía en sus novelas.

No le gustaba opinar ni siquiera de las adaptaciones que había suscitado su obra. Crematorio inspiró una miniserie de ocho capítulos producida por Canal + y protagonizada por Pepe Sancho, una de las cumbres de la ficción televisiva española contemporánea, y Chirbes apenas intervino. En la orilla es ahora objeto de una adaptación teatral que ha tenido su estreno absoluto el pasado 3 de marzo en Alicante y que después de haber pasado por Bilbao se representará en el Valle-Inclán de Madrid desde el 19 de abril al 21 de mayo.

El director del montaje, Adolfo Fernández, conoció al escritor en un taller literario en Menorca, poco después de comprar los derechos de adaptación de la obra a la editorial Anagrama. Chirbes rehusó educadamente involucrarse en el proyecto, de modo que Fernández gozó del beneplácito del autor, pero al mismo tiempo esa libertad creativa complicó aún más el proceso de adaptación. Porque En la orilla es una novela casi irrepresentable sobre unas tablas.

Una novela pulpo.

En un encuentro con los lectores en la ciudad italiana de Mantua, Chirbes la definió como “una novela pulpo, que lanza sus tentáculos en todas las direcciones”. En sus páginas, a través del relato de su protagonista, Esteban, un “narrador poco fiable” y “un hombre sin atributos”, se reconstruyen los motivos de la aparición de unos restos humanos flotando en las aguas de un pantano. “Se habla de muchas cosas, de la destrucción del paisaje, de la prostitución, de la familia, de la herencia, del egoísmo” -explicaba Chirbes-, “pero el tema principal es la muerte, el único acto importante de la vida”.

El poder, la política y la economía son elementos fundamentales en la puesta en escena – Chirbes hablaba de las “ruinas” que había dejado su generación “a su paso por el poder en España”-, pero el tema principal emerge poco a poco, como los restos humanos en la ciénaga. “Se dice que En la orilla es una novela sobre la crisis como Crematorio era una novela sobre el boom -dijo en Mantua- pero yo creo que de crisis y de boom hablan los periódicos, las novelas hablan del sentido de la vida”.

En la presentación de la función ante la prensa en Bilbao, Fernández ha dicho que se trata de una “obra barroca que posee el realismo de Delibes, mezclado con el tremendismo de Cela y la vigorosidad de Galdós” y que en sus casi 500 páginas “Chirbes se va por las ramas” y por eso al adaptarlo tuvieron que dotarle de un tronco narrativo: una jornada de caza en la que el protagonista reconstruye su vida, vivida “desde la orilla”, como dice el actor que lo interpreta, César Sarachu: “Es uno de los perdedores de esta crisis y acaba totalmente arruinado”, añadió en su intervención en la ciudad vasca.

Chirbes falleció con discreción, como había elegido vivir, a causa de un cáncer de pulmón detectado demasiado tarde y con el tiempo justo para dejar escrita y corregida su última obra, París-Austerlitz, su novela más personal. Queda la duda de saber qué más le quedaba a Chirbes por decir.

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