D llamó por teléfono a una academia de oposiciones porque tal vez, por qué no, el año que se nos viene encima es el momento de sentar las bases para un futuro menos precario, si lo hay, si lo hubiera, así que D llamó a la academia y habló con una comercial. Se citó con ella en un par de días pero llegado el momento se echó atrás, le entró algo parecido al miedo, o fue solo pereza, y no fue a la cita pero aun así llamó para concertar otra. Llamó directamente al teléfono de la comercial quien, por su cuenta y riesgo, tampoco parecía haberse tomado muy en serio la cita puesto que estaba de vacaciones en Marbella, eran las dos de la tarde y estaba borracha. La comercial, nada más coger el teléfono, dijo:
“No te preocupes, hombre, algo no me olía bien, por eso me he venido de vacaciones a Marbella, y para alejarme de Madrid en estas fechas, hijo, porque está insoportable. Esto, en cambio, es maravilloso”. Le preguntó a D por qué no había podido ir a la cita y él inventó sobre la marcha que estaba terminando un cuento para una revista underground y que no tenía ni un minuto que perder. Así que la comercial le dijo:
“Claro que sí, haces muy bien, las oportunidades hay que aprovecharlas, no lo dudes, no seas tonto, hay que perseverar, hay que ser fuerte, hay que estar preparado para lo peor, y para lo mejor también, claro, aunque lo mejor tarda más en llegar, sí, pero también llega, y por suerte uno siempre está preparado para ello, ¿verdad? Pues no te digo nada más que eso, que no lo dejes, que sigas intentándolo, que tú vales mucho y que las recompensas llegan cuando menos te lo esperas. Mírame a mí, sin ir más lejos, ahora estoy aquí, de vacaciones en Marbella, tomándome un gin-tonic en una terraza y mirando el mar, pero no siempre ha sido así, Dios sabe que no, ni muchísimo menos, menudas he tenido que pasar yo para estar donde estoy, no te puedes imaginar, no te puedes hacer una idea de cuánto he tenido que pasar para estar donde estoy, no te quiero contar nada para que no te asustes, tú aún eres joven, no quiero que desconfíes de la gente, que te entre la desesperación y se te venga el mundo encima, como se me vino a mí cuando ese hijo de la gran puta me dejó sola a las primeras de cambio y si te he visto no me acuerdo, tú eres joven y no sabes lo que es eso, pero seguro que te puedes hacer una idea de lo jodida que me quedé yo, más que jodida, estaba hundida en la miseria, estaba sola, sin dinero, sin trabajo, sin amigas, y a mi madre no podía ni quería recurrir porque ella me lo advirtió, me dijo, te pasará como a mí, ya lo verás, él te abandonará y te quedarás sola, jodida y sola, amargada y sola, fea y sola, y luego, bueno, y luego…”
Luego, al otro lado de la línea, se hizo el silencio. D escuchó de fondo el ruido de un vaso al caer contra el suelo, y luego volvió a escuchar a la comercial.
“Perdona, no quería ponerme a llorar, pensaba que no me pasaría esto, pensaba que ya lo había superado, desde que conseguí este trabajo mi vida empezó a cambiar, y ahora tengo dinero y tengo unas compañeras maravillosas y estoy disfrutando de unas vacaciones en Marbella, nunca había venido y tenía muchas ganas de venir porque siempre me habían hablado muy bien y por fin estoy aquí, tan a gusto, tomando un gin-tonic en una terraza, mirando el mar, sin ninguna preocupación en la cabeza, simplemente miro el mar, una y otra vez, y doy un trago, y luego otro, y estoy la mar de bien, hijo, claro que sí, pero la verdad es que no estoy tan bien, no, fíjate que estoy pensando en volverme a Madrid antes de que acaben mis vacaciones y ponerme a trabajar, meterme en el tren y mandar todo esto a tomar por el culo, porque estoy morena y estoy alegre y estoy borracha, eso es cierto, pero estoy sola, muy borracha y muy sola. Ay, perdóname, no me lo tengas en cuenta. Olvídalo, hijo. Ya hablamos otro día. Feliz año y todo eso. Adiós ”
Y entonces colgó. Así que, bueno, Feliz año y todo eso.