Allá en el fondo está la literatura, pero no tenga vergüenza. Sujete a Cortázar con un juego de palabras recurrente, tome con dos dedos sus libros polvorientos, remóntelos hábilmente. Ahora se abre otra efeméride, los aduladores despliegan sus smartphones, los tuits corren regatas, el parloteo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan las cursilerías, las imposturas del recuerdo, la sombra de otro lugar común, el perfume de la insignificancia.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su perfil, déjelo latir en su muro, imítelo con un Me gusta. La vergüenza herrumbra la lectura, cada cita que pudo compartirse y fue olvidada va corroyendo las venas de Cortázar, gangrenando la fría sangre de sus mejores escritos. Y allá en el fondo está la literatura si no corremos y llegamos antes y comprendemos que a nadie le importa.