Este fin de semana se estrena en España una de las películas estadounidenses más radicales de los últimos tiempos, Detroit, de la cineasta Katrhyn Bigelow (recordemos que es la única mujer que se ha alzado con el Oscar a la mejor dirección). Una reconstrucción de los disturbios que se produjeron en la ciudad del título en el año 1967 concebida a escala 1:1, incluidos el miedo, el sudor, la sangre y los golpes. Está emparentada, mucho más de lo que quizá Bigelow quiera reconocer, con el filme Diaz: no limpiéis esta sangre, del italiano Daniele Vicari, el asfixiante y dolorosísimo relato de la suspensión de los derechos humanos más grave sucedida en Europa en este siglo.