Una teoría superficial

La teoría del todo

Dirección: James Marsh.

Reparto: Eddie Redmayne, Felicity Jones y Charlie Cox.

La razón por la que vemos biopics es la misma por la que leemos memorias u obituarios: para caminar a través de los capítulos de la vida de otra persona y sentir que su narrativa se enmarca dentro de un momento histórico determinado de manera complementaria. Pero un buen biopic -o unas buenas memorias o un buen obituario- no debe ser simplemente una concatenación de acontecimientos acaecidos al individuo retratado, sino que debe ser, en esencia, un estudio sobre el personaje que recoja sus complejidades y sus defectos.

La teoría del todo, a pesar de los esfuerzos de sus dos protagonistas -brillantes en sus papeles tanto Redmayne como Jones-, en cambio, busca glorificar la figura de Stephen Hawking a través de la mirada de su primera esposa, pero sin interrogarlo en profundidad. Hawking, no cabe duda, merece ser celebrado por sus méritos: cambió fundamentalmente nuestros conocimientos sobre los agujeros negros, la mecánica cuántica y la relatividad al mismo tiempo que popularizó la divulgación científica con su best-seller Breve historia del Tiempo. Pero no necesita una hagiografía como el filme de James Marsh (Man on the wire), que no se atreve a diseccionar la complejidad de su personalidad que además sortea todas sus debilidades.

Es, a pesar de todo, una película que se ve con placer, pero que no deja huella porque a pesar de sus interpretaciones, de lo impecable de su dirección o de su elegante banda sonora, la profundidad del perfil biográfico del personaje es muy parecida a la que se obtiene leyendo su entrada en Wikipedia.

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