Llega la Navidad, y con su llegada no es raro ver un aumento del numero de personas que acuden estos días a las consultas de psiquiatría, por que las fechas que se avecinan les producen malestar e insatisfacción, al verse inmersos en una vorágine de “buenismo” generalizado, felicitaciones, regalos, cenas, comidas y un sin fin de gestos y rituales “obligados” que se repiten cada año ante la llegada de fechas tan señaladas. Y estas personas vienen al psiquiatra no por que tengan una dolencia, sino por que se consideran sobre todo “seres raros” al no sentir toda esa felicidad, amor y paz que se supone todos debemos notar cuando llega la Navidad.
Y es que la Navidad no es lo que era, dicen y repiten los mas viejos del lugar, y nos le falta razón. La Navidad se ha transformado esencialmente en una fiesta comercial y una excusa perfecta para unos días de solaz y divertimento. Ya no existe el llamado “Espíritu Navideño”, todo es mas prosaico y sobre todo mucho mas mercantilista. Hemos convertido las Navidades en las fiestas del consumo y en el paraíso del comprador compulsivo. Y por sino fuera suficiente con los desmanes familiares, los municipios, aquejados de permanentes déficits sociales, gastan en luces y adornos cantidades millonarias que bien podrían servir para dar de comer a muchos hogares necesitados.
Los que todavía se empeñan y se esfuerzan en disfrutar de unas Navidades a la antigua usanza, ven fracasar con frecuencia sus esfuerzos por los problemas y desencuentros familiares que inevitablemente acaban apareciendo. Cenas con unos, comidas con los otros, regalos y detalles para todos, en fin un esfuerzo extraordinario cuya factura habrá que pagar mas tarde, y no me refiero solo en lo económico, que también, sino sobre todo en lo afectivo y emocional.
Como todos los años me permito recomendarles que vivan estas próximas fiestas a su aire. Que no intenten quedar bien con todos, ya que esa es la mejor forma de fallar a la mayoría y de ser infeliz. No se esfuercen en entender ciertas conductas absurdas, fruto mas de los efluvios alcohólicos que invade al personal, que de la lógica y del sentido común. Procuren aislarse de toda esa publicidad sentimentaloide con la que nos bombardean dia tras dia, y cuyo objetivo es enternecernos para que acabemos actuando sin utilizar el filtro de la razón.
Anímense a pasar estos días como mejor le plazca, sin aceptar compromisos y obligaciones. La Navidad debería ante todo un etapa de reflexión y sosiego para darnos cuenta de lo efímera que es nuestra existencia y de que el auténtico bienestar esta siempre dentro de cada uno de nosotros y nunca fuera. El bienestar y la felicidad esta en el ser, no en el tener.