¿Se acuerdan de Elena Pisonero? En abril de 1999, la entonces secretaria de Estado de Comercio se convirtió durante unas horas en virtual Ministra de Agricultura de José María Aznar. Días previos a aquella crisis de gobierno, su nombre empezó a sonar con fuerza como sustituta de Loyola de Palacio. Los medios recogieron el guante y se produjo una llamada en tromba al departamento que dirigía para pedir su CV. La rueda de prensa que dio Pisonero horas antes de que Aznar anunciara quién ocuparía Agricultura se convirtió en un evento mediático sin precedentes centrado en la que seguro sería nuevo miembro del Ejecutivo. Cuando, a la vista de todos estos indicios, la interesada se rindió a la evidencia de que sería nombrada ministra, llegó el jarro de agua fría. Aznar designó a Jesús Posadas.
Un emergente popular tiene claro que lo que viven estos días muchos miembros del PP puede muy bien definirse como el “Síndrome Pisonero”. Lo padecen quienes ha ascendido a la categoría de ministrable y han leído o escuchado su nombre como más o menos seguro dentro el gabinete de Rajoy. Desde Miguel Arias Cañete, ministro seguro según todo el mundo y al que el Gobierno francés nombró –vía France Presse- responsable de Exteriores. Hasta el que no da crédito al comprobar los efectos que tiene que tu nombre aparezca en una revista digital sectorial, suficiente para que no paren de llover curriculum vitae y reuniones de todo tipo. El objetivo de quien se sabe ministrable es no hacer un ElenaPisonero, es decir, caer en la tentación de creérselo y después quedarse fuera. Esto se consigue bien cuando el nombre del afectado desaparece de las quinielas de la misma manera que entró en ellas, bien porque finalmente el vaticinio se cumple y es nombrado Ministro-. Como diría Arias Cañete, “a cualquier político le gustaría ser ministro y el que diga lo contrario, miente”.
Pero en Génova 13 y aledaños hay más síndromes estos días. Hay uno al que podríamos denominar el “Síndrome De La Ceja, Con Perdón”, que consiste en las miradas de interrogación y la preguntas directas sobre si alguien sabe algo que ya se lanzan sin disimulo muchos dirigentes del PP. En Génova se vive con una mezcla de nerviosismo, diversión y también estupor el secretismo de Rajoy, que “ha instalado su tienda de campaña en el despacho” y ha enmudecido para todos.
En varias comunidades autónomas se observa también el “Síndrome Después De Tantos Años”. Este se estaría cebando especialmente con tres barones populares: los presidentes de Murcia, Ramón Luis Valcárcel; de La Rioja, Pedro Sanz, y de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. Entre los tres, suman 42 años de mandatos respaldados una y otra vez por mayorías absolutas y les apetece cambiar de aires. Y qué mejor lugar que el Consejo de Ministros.
Esto es lo que se comenta en los corrillos que se forman en los márgenes de las reuniones del PP en las que ya nadie habla, que los tres barones quieren un puesto en el Gobierno de Rajoy. Lo malo (para ellos), observan los mismos corrillos, es que Rajoy no quiere llevárselos a Madrid. Y lo posible es que, por no satisfacer estas aspiraciones, Rajoy decida también cerrar el paso al único presidente autonómico a quien sí quiere en su equipo, al gallego Alberto Núñez-Feijóo. Al parecer, el PP considera que el PSOE gallego está “tan bajo mínimos” que puede permitirse desmantelar la Xunta convirtiendo a su presidente en ministro, nombrar a un sucesor y adelantar las elecciones gallegas a marzo de 2012, coincidiendo con las andaluzas. Así, Rajoy tendría a su ministro gallego y la Xunta, otro presidente del PP.
Finalmente, también se observan síntomas del “Síndrome Del Contubernio” en la maniobras que estos días promocionan varios grupos de comunicación para que Rajoy acceda a dar cartera ministerial, según los casos, a De Guindos –con quien se ha cebado “Síndrome Pisonero”- en Economía o al varias veces secretario de Estado Pedro Morenés para Defensa.
Por parte de Rajoy, de momento, todo es silencio y todo apunta a que cumplirá a rajatabla sus planes para no hacer ningún anuncio hasta que haya jurado su cargo ante el Rey el 21 de diciembre y empiece el turno de los ministros, que el 23 de diciembre deberán reunirse, sí o sí, en su primer Consejo, según la hoja de ruta del PP.
Esperemos al menos que al próximo presidente español no le pase como al primer ministro de Italia, Mario Monti, el tecnócrata llamado a salvar la economía del país a quien dos nombres parecidos acaban de jugarle una mala pasada. Según explica The Guardian, el experto en agricultura Francesco Braga, que lleva casi de 30 años viviendo y trabajando en Canada, recibió con incredulidad la noticia de su nombramiento como viceministro de Agricultura, avalado por unas no menos inauditas declaraciones del ministro, Mario Catania, en las que decía no conocerle pero confiaba que, en todo caso, aportaría valor añadido al gobierno técnico de Monti. El malentendido se resolvió cuando se aclaró que el elegido no era Francesco, sino Franco Braga, profesor de la Universidad de Roma.