El guerrillero Emiliano Zapata, uno de los líderes de la Revolución Mexicana, tenía muy clara la importancia de la educación y las cosas a las que debían renunciar personas poco formadas como él.
Así lo reflejó el periodista estadounidense John Reed en “México Insurgente”, el libro donde reunió los artículos que escribió en 1913 como enviado de la revista Metropolitan al frente norte de la Revolución Mexicana. En la frontera con EEUU, Reed se unió a las tropas de Zapata, un campesino convertido en jefe guerrillero, que dirigía las escaramuzas militares en nombre del bando Constitucionalista contra del régimen del presidente Porfirio Díaz. Por encima de Zapata, el líder político de los constitucionalistas era Venustiano Carranza, al que Reed definía como “un aristócrata, latifundista y descendiente de españoles”, que estaba llamado a convertirse en presidente de México en cuanto triunfara la revolución.
En una de sus conversaciones con Zapata, Reed le pregunta por los rumores sobre su mala relación con Carranza, que algunos atribuían a la envidia por que este segundo y no él fuera a ser el presidente mexicano.
La respuesta de Zapata fue la siguiente:
“Soy un guerrero, no un hombre de Estado. No soy lo bastante educado para ser presidente. Apenas aprendí a leer y escribir hace dos años. ¿Cómo podría yo, que nunca fui a la escuela, esperar poder hablar con los embajadores extranjeros y con los hombres cultos del Congreso? Sería una desgracia para México que un hombre inculto fuera su presidente. Hay una cosa que yo no haré: aceptar un puesto para el que no estoy capacitado. Existe una sola orden de mi jefe (Carranza) que me negaría a obedecer si me la diera: la de ser presidente o gobernador”.
Bien. No estamos en plena Revolución Mexicana ni hoy son tan radicales las diferencias entre los ciudadanos instruidos y los que no. Pero a mí me da mucho que pensar esta reflexión de un hombre sin estudios a principios del siglo XX porque, en mi opinión, refleja muy bien el verdadero reto del sistema educativo de un país.
Ahora que el PP en Madrid lanza globos sonda para ver cómo sería acogida una iniciativa para privatizarlo en parte, y teniendo en cuenta las estadísticas que constatan que la combinación de mayor formación y mayor renta se perpetúa por generaciones, supongo que España quedaría dividida en carranzas y zapatas, en ciudadanos bien y mal instruidos dependiendo de su capacidad para financiar su educación. También como consecuencia de esto mismo, con más y menos renta.
Llegados a este punto y siguiendo el razonamiento de Emiliano Zapata, supongo también que sería preferible que fueran las personas educadas las que dirigieran el país.
Y así tendríamos un sistema perfectamente liderado por personas ricas e instruidas. Lo que me parece que no sería tan perfecta sería la democracia.