Hace ya más de un año que un alto directivo de un banco me confesaba, delante de una taza de café, que la banca no remontaría el vuelo de los créditos durante 2014 y que 2015 aún sería difícil. Casi a la misma hora de aquella confidencia, otro directivo decía, esta vez en público, que los bancos no dan préstamos porque no hay demanda. Esto último es completamente falso y los banqueros lo saben. Las autoridades también.
¿Cuál es el problema? Que la banca está escarmentada. Le ha pasado lo que a los gatos escaldados y ahora huyen de dar créditos como la fauna gatuna del agua. Peticiones hay, pero muchas no se atienden (“qué más quisiéramos nosotros”, confesaba otro directivo en privado), porque ahora hay que cumplir a rajatabla los criterios de riesgo. La crisis ha hecho que las oficinas bancarias hayan pasado del “pida usted un poco más y así se compra un coche” al “es imposible porque no cumple las exigencias del riesgo”.
Los bancos no pueden arriesgarse ahora a que alguien no les devuelva el préstamo. La normativa contable les exige que si alguien deja de abonar los recibos durante seis meses el banco tenga que poner en cuarentena una cantidad de dinero igual a la parte que aún no ha cobrado, lo cual les provoca pérdidas o menores beneficios. Algunos banqueros piden regulaciones más adecuadas con la posibilidad de dar préstamos. Lo ha hecho estos días la nueva presidenta del Santander, Ana Botín, y es un clamor entre los altos directivos de la banca la necesidad de una regulación clara y menos estricta que permita que el dinero llegue a la economía real.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, dice que el crédito volverá cuando se conozcan las notas que han sacado los bancos en los test de estrés a que les está sometiendo la autoridad bancaria europea. Los resultados se sabrán el próximo domingo, día 2 de noviembre. Pero los banqueros tampoco se lo creen. Es posible que disminuya un poco la presión cuando se sepa que los bancos tienen capital suficiente y que no tienen que hacer más acopio de dinero para garantizar su solvencia. Pero los criterios de riesgo de los clientes para dar préstamos no bajarán porque los bancos estén más o menos sanos. Con salarios a la baja y un paro que no remite es difícil que los hogares y los autónomos cumplan los requisitos. Pedir, pedirán, pero no se les dará crédito. Al menos, de momento.
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José María Vals
Jefe de Redacción de Tiempo y periodista de información económica.
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