Han existido muchas personas cada vez menos por la profesionalidad de los Notarios) que para la asignación y reparto de su patrimonio, una vez que fallezcan, establecen en sus testamentos una serie de claúsulas tan pintorescas y enrevesadas de las que se dice que lo que pretenden es, únicamente: “reinar después de muerto”. El gobierno catalán con los acontecimientos vividos los días 6 y 7 de septiembre puede decirse que ha dado un paso más en su rumbo hacia la ultratumba y que no se contenta sólo con “reinar después de muerto” sino que quiere “reinar en su propio funeral”. Sólo así, puede describirse lo allí sucedido de quien sabe que su final está próximo y quiere morir matando. Conscientes de ello, prolongan las sesiones parlamentarias hasta la madrugada revelando que nos hallamos ante el expreso de medianoche que tras el cambio de la aguja accionado por los Tribunales, como garantes de la legalidad, llevarán al gobierno catalán, definitivamente, a la vía muerta del apartadero político. Se ha dicho, por parte del gobierno catatalán que “de la lluvia de millones se ha pasado a la lluvia de querellas”. Y, en efecto, tienen razón porque a la situación jurídico-incendaria del incumplimiento constitucional se la contesta con agua : un chaparrón de querellas. El llamado club de los querellados es, en realidad, el club de los muertos (politícamente) vivientes.
Dicho de otra manera, lo desarollado en el Parlament es el ejercicio del llamado derecho al pataleo por parte del gobierno catalán de quien sabe que no puede hacer nada frente a la realidad del muro (no infranqueable porque están regulados los trámites de su reforma) de la legalidad constitucional. Carles Puigdemont en el inicio de la sesión vespertina del 6 de septiembre calificó las declaraciones de Soraya Sáenz de Santamaría como de “amenazocracia” y siguiendo con este peculiar neologismo habrá de convenirse que el actual gobierno catalán pasará a la historia con la denominación de “la defenestocracia catalana de Puigdemont”; o, quizás, dada la nocturnidad producida, sería más apropiada la denominación de “el aquelarre catalán”.
Los hechos y las declaraciones que han seguido a los días 6 y 7 de septiembre han continuado la vía de la caída en picado. Así, la CUP ha protagonizado un anuncio en el que una furgoneta, representando el proceso separatista y una vez finalizado éste, es arrojada a un barranco por la propia CUP. Si los miembros del gobierno catalán actúan de esta manera respecto al símbolo del separatismo catalán ello es indicativo de cómo tratan y cómo tratarían los derechos de los demás en su seudorepública.
¿Se habrá inspirado el anuncio de la CUP en las manifestaciones (y plasmadas por escrito) del dictador norcoreano Kim Jong- un?: “comencemos con el espléndido sonido de la explosión (léase, el frontal impacto de la furgoneta del separatismo catalán) de la primera bomba de hidrógeno de nuestro país. El mundo entero nos admirará”.
Dígase que lo que el dictador norcoreano no ha conseguido, sí que lo ha conseguido el gobierno catalán. Hace unos días se ha escrito que será un implacable déspota belicoso pero no está loco. Todo el bloque, más firmemente constitucionalista, conviene en advertir la locura política de la deriva del gobierno catalán. Ójala sea cierto que Kim Jong-un no esté loco en cuanto que no accionará el definitivo botón nuclear . El gobierno catalán sí que ya ha presionado el botón jurídico del golpe de Estado. La propaganga norcoreana resalta que las detonaciones no son obra de su país sino más bien de su líder. La locura catalana no es obra de Cataluña sino exclusivamente de los individuales miembros del gobierno catalán.
Dentro de la demogagia/ignorancia de la CUP se halla la valoración que hicieron de la actuación de los Mossos d´Esquadra respecto de los terroristas del 17-A calificándola como de “ejecución extrajudicial”. ¿Acaso consideran los “intelectuales” de la CUP que en la lucha contra el terrorismo debe ofrecérseles a los terroristas el famoso “café con azúcar para todos” de estos días? ¿Es, ésta, la nueva directriz que deberán obedecer los Mossos en la república catalana?
El día 2 de octubre, deberá existir una predisposición hacia el inicio de un diálogo siendo conscientes de las autolimitaciones que ambas partes tienen. Así, el gobierno catalán debe interiorizar lo que resulta evidente : que nunca alcanzará, ni de lejos, el quorum exigido para reformar la Constitución si pretende aprovechar la reforma para romper la unidad de España e, igualmente, reconocer que Cataluña nunca ha sido una nación ni inflar el término “nacionalidades” con el contenido de “naciones” que nunca han existido y porque cuando se inflan las expresiones, las carga el diablo con el fanatismo de unos y con la demogagia progresista-ignorante de otros. Y, por su parte, el Estado Español deberá impedir que los árboles (el separatismo) no le dejen ver el bosque (aquellas, objetivamente, legítimas reivindicaciones de Cataluña).
Dentro de este marco mutuo quedarán satisfechas, también, objetivamente las reivindicaciones sin necesidad de acudir al formato del federalismo porque éste en España no es sino una de las múltiples caretas/disfraces del independentismo: el prurito del hecho de tener el título de Estado, sí federado, pero Estado al fin y al cabo para que otro gobierno catalán lo utilice como trampolín para incumplir, de nuevo, la legalidad en su deriva/caída al foso económico-social del separatismo.
También, tras el 2 de octubre, deberá tenerse presente algo que es elemental en el ámbito del cumplimiento de las respectivas obligaciones y es que quien primero incumple (el gobierno catalán con su burdo incumplimiento constitucional) no puede pretender ni exigir ni demandar de la otra parte el cumpliento de las obligaciones de ésta (dar acogida a las reivindicaciones,objetivamente, legítimas).