Mi primera indignación con una japonesa tras lo ocurrido en el gimnasio me dejó mal sabor de boca. Claro que no hay que darle más importancia pero supuso una pequeña mancha en mi estancia nipona. Los días han pasado y hoy os quiero contar que ayer me ocurrió algo fabuloso… Bueno, ¡tres cosas fabulosas! que estoy segura de que el destino tenía preparadas para mi, para que mi indignación desapareciera y añadiera a mi diario nipón el día de ayer.
Casi siempre voy en bici a clase pero hace bastante frío y mi garganta lleva unos días un tanto débil, por eso decidí ir en metro. Tomé asiento y en la tercera estación entró un matrimonio japonés. Como debe ser, me levanté para que uno de ellos se sentara (un hecho poco común en Japón, ¡el sitio es sagrado! porque suelen ser recorridos largos dicen…). Se sentó ella y, al ver lo que había ocurrido, el chico de mi lado decidió también ceder su sitio para que pudieran sentarse juntos. Dos minutos después, ella sacó una bolsa de plástico y me regaló una grulla de origami.
Cuenta la leyenda japonesa Sigue leyendo →