Señoras y señores, tenemos a los japoneses divididos; están los que quieren que Tokio sea la elegida por el COI, los que cruzan los dedos para que las olimpiadas no se celebren aquí en 2020 y los que pasan olímpicamente de la candidatura.
Os presento a Inoue Fumiyo, una de mis profesora de japonés. Casada con un americano, tiene tres hijos y, que Tokio salga triunfal en Buenos Aires, le es indiferente. «Yo no necesito las olimpiadas— reconoce —aunque es bueno para la economía del país… Hay quien piensa que si Tokio es la elegida, se dará trabajo a muchas de las víctimas del tsunami que todavía no han rehecho su vida».
Fukushima está muy presente en la candidatura. Esta semana se han alcanzado niveles máximos de radiación nuclear y es, sin duda, el mayor obstáculo para la propuesta japonesa. El Gobierno ha movido ficha in extremis y ha destinado 360 millones de euros para acabar con las fugas e intentar dar una sensación de normalidad.
«Aún hay muchas cosas que el gobierno o la compañía eléctrica TEPCO quieren esconder a la opinión pública pero no creo que el objetivo de silenciarlas sea proteger la candidatura olímpica. Más bien creo que las otras candidaturas son las que están procurando dar trascendencia a las cuestiones de Fukushima que están saliendo a la luz».
Es la opinión de Shoichiro Takamura, madrileño de nacimiento (de padres japoneses) que trabaja para una empresa de Soria en Tokio. «Sí me gustaría que fuese elegida. Creo que sería una buena ocasión para impulsar la economía japonesa y, sobre todo, ayudaría a que los japoneses y las empresas japonesas se internacionalizaran, lo que es un beneficio mucho más a largo plazo para Japón aunque, no todos opinamos lo mismo. Que sepas, Maite, que sobre todo la gente de mayor edad y menos cosmopolita, es reacia a la idea de que Japón se inunde de extranjeros».