El expresidente de la Generalitat, José Montilla ha señalado en una reciente entrevista que Mariano Rajoy “ha estado 5 años de vacaciones con el tema de Cataluña”. Lo que resulta evidente es que aunque hubiera estado estos 5 años de vacaciones (motivadas por las bananeras propuestas de diálogo reducidas todas ellas al no-diálogo: “referéndum sí; o, referéndum también) lo habrá estado sin dejar los pies en la Tierra ni la mente puesta hacia Cataluña. En cambio, otros parece que hayan estado en la Luna. Si el transcurso del paso del tiempo en la ingravidez provoca reducción de la masa ósea y especialmente entumecimiento de los tejidos, etc… cuando se alcanza un récord de otros 5 años se da paso a otro récord que es el deterioro irreversible del cerebro. Sólo así, puede explicarse que el gobierno catalán haya podido considerar, ni por un instante, que podrían infringir por tierra, mar y aire (incumplimiento constitucional, estatutario y reglamentario) el Estado de Derecho.
Si ello es grave/gravísimo, aún lo es más arrastrar a toda una población catalana en un tsunami de engaño y que retomando los neologismos de Carles Puigdemont debería hablarse de la estafocracia catalana. Artur Mas señaló que todo vale con tal de “engañar al Estado”. ¿No será, más bien, que todo vale hasta incluso engañar al pueblo catalán con tal de continuar en el gobierno catalán? La movilización del 1-O es la movilización de la frustración de la población catalana motivada por el engaño del gobierno catalán.
Al terrorismo sanguinario se le superó con el Estado de Derecho e igualmente ocurrirá con cualquier modalidad atentatoria del orden constitucional como otro ilícito más. Al triple incumplimiento del ordenamiento jurídico, el Estado de Derecho reacciona desplegando su tríptico: el imperio de la ley a través del poder judicial y de la extensión de éste: las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
La entrevista al expresidente Montilla termina indicando que los gestos como los de Carles Puigdemont animando a increpar a los Alcaldes por la calle “no me parecen de recibo”. La calificación jurídica va bastante más allá del “no me parecen de recibo”.
A todo ello se suma el lehendakari íñigo Urkullu que considera que el punto de partida es reconocer la existencia de dos naciones que quieren decidir su futuro y elevando las manos al cielo (como sujeción, al modo de un jesuita, por temor a que se le caiga la cabeza de tanto pensar), se pregunta : ¿dónde está el problema? El problema se halla en un mal muy extendido: la falta de lectura. Lease las legislaciones al respecto y verá dónde está el problema. Además existe el problema histórico que nunca han existido sus naciones y que por ello el separatismo se conocerá como los políticos de la “generación espontánea” en cuanto que sacan naciones de donde nunca las hubo. Y respecto al “querer” ser nación, no hay más “querer” que los reconocidos por la ley. Todos los demás “querer” son oscuros (en cuanto ilícitos por no ser conforme con el ordenamiento) objetos de deseo. La ley está plenamente abierta y no pone puertas al campo para acoger en ella todos los “querer” que se pretendan pero a través de los procedimientos legalmente establecidos de modificación de la Constitución algo totalmente inalcanzable si se tiene los pies en la Tierra y no se divaga por la Luna. La reacción de surgir miles y miles de separatistas frente a la actitud del Gobierno de la Nación, en su obligado cumplimiento al Estado de Derecho, constituye un “ojo por ojo y diente por diente” representativo de un talante nada democrático.
Por su parte, el ala no-radical de Podemos manifiesta que “toca pensar”. Este toca-pensar lo materializan en un cambio constitucional constituido por un mundo feliz ” sin detenciones, sin inhabilitaciones y sin multas”. El mundo del libertinaje político y de la anarquía. ¿A esto se le llama ser “progre”? ¿Es, éste, su sesudo “toca pensar”? Obsérvese que no “toca pensar” mucho para poder apreciar que el ala no-radical y el ala sí-radical de Podemos están simétricamente sincronizadas al milímetro.
Tras el 1-O se podrán hacer todas las reformas que se deseen de la Constitución en cuanto que éstas constituyan mejoras de la misma y con ello de la convivencia democrática pero sin que dichas reformas traspasen el concepto mismo de mejoras entrando en unas actuaciones que alteren la configuración jurídico-arquitectónica diseñada por la Constitución. Llevar a cabo una reforma jurídico-constitucional hacia una estructura federal no va a añadir robustez a la Constitución ni a su convivencia democrática sino que es querer esparcir rastrojos inflamables e instalar/incrustar el germen del caballo de Troya del separatismo.
La adecuada convivencia resultante de la Constitución no necesita tanto de reformas sino que es suficiente con pactos temporales y sucesivos en función de la coyuntura económica porque la política es D + E (Derecho y Economía) y los pactos son elementos coadyuvantes para la mejor conservación de los referidos pilares. La política es el arte de la oratoria en la Tierra y no de la oratoria ” lunar” ni demagógico -”progresista”
La deriva del gobierno catalán no hacia ningún precipicio ni abismo sino hacia la más profunda de las simas políticas, habrá servido para poner de manifiesto el mayor de los absurdos del debate político de pretender violentar el Estado de Derecho.