Pablo Iglesias se dirigió a los parlamentarios como “delincuentes potenciales” y después que la presidenta de la Cámara le instase a que guardase respeto al honor de los parlamentarios, riéndose, dijo: “No me debo al honor de esta Cámara” así como unos segundos antes había dicho “Nosotros no pasaremos por el aro”. Sin embargo, ya hace días que los de Podemos han pasado por el aro de las elecciones de junio con un millón de votos menos; y, en el futuro, más pronto que tarde pasarán por el aro judicial.
El Tribunal Constitucional, a este respecto, ha señalado que “el derecho al honor ampara la buena reputación protegiéndola frente a expresiones o mensajes que puedan hacerla desmerecer al ir en su descrédito o menosprecio; o bien, al ser tenidas por afrentosas”. ” La libertad de expresión no da cobertura a expresiones formalmente injuriosas o innecesarias para el mensaje que se desea divulgar en las que simplemente su emisor exterioriza su personal menosprecio o animadversión”. “La libertad de expresión no garantiza un pretendido derecho al insulto pues “la reputación ajena”, en expresión del art.10.2 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, constituye un límite del derecho a expresarse libremente y de la libertad de información”. Es indudable que Pablo Iglesias y los miembros de su grupo parlamentario, cada vez “pasarán”, afortunadamente, menos (un millón de votos de descenso) por el Parlamento; pero éste, permanecerá.
Pablo Iglesias, que pretende arrogarse como fuerza de la oposición, quizá debería de aprender de otros grupos (PSOE) que sí ocupan el verdadero espacio de la izquierda democrática cuando, Antonio Hernando, al final de su intervención, señaló “nos haremos respetar como oposición”. Las imputaciones que ha realizado no era de extrañar que las haya hecho, no tanto por ser “made in Venezuela” sino porque ya en el pórtico de su intervención la inició con una referencia al fascismo. Nadie que tiene propuestas relevantes que hacer, pospone la exposición de las mismas y antepone referencias sin sentido al fascismo sino únicamente quien carece por completo del mismo. Pablo Iglesias, imputa a los parlamentarios como delincuentes potenciales pero el mismo se contradice a sí mismo desde el momento en el que considera correcto ausentarse de su puesto de trabajo y salir fuera del centro de trabajo (Congreso) para salir a saludar a sus amigos. Eso, sin olvidar sus deslices autoritarios cuando vigila a sus propios compañeros de su formación política para controlar si los dedos de sus manos están abiertos ( en forma de ” v “) o si están cerrados ( conformando el puño) ; no es de extrañar que haga una nueva muestra de ese fascismo (que le sirve como tarjeta de visita en sus intervenciones) al decir a los parlamentarios lo que deben hacer.
Xavier Doménech dice que el Sr. Rajoy utiliza la Constitución como arma arrojadiza, pero nadie usa la Constitución como arma arrojadiza porque no lo es (salvo para los fascistas) sino que es la piedra angular de cualquier Estado de Derecho. Además, Doménech asegura que el PSOE tras su abstención quedará en un papel de irrelevancia. Nada más lejos de la realidad porque como resaltó Antonio Hernando:
a) El diálogo a Rajoy se le exigirá (“se le impone”).
b) No será un acompañamiento, por parte del PSOE, dócil.
c) A Rajoy se le exigirá que engrase su falta de diálogo.
d) La abstención no va a constituir resignación sino ejercicio de responsabilidad
e) La abstención es de investidura y no es abstención de legislatura.
d) A Rajoy no se le permitirá que anule a la oposición.
e) No se le permitirá la artimaña de acudir a los Decretos-Leyes para soslayar la oposición.
¿Dónde se encontraba Doménech, mientras previamente intervino Antonio Hernando? ¿También se hallaba, fuera de su escaño, saludando a sus amigos?
Tijeras y tabla rasa
Por otra parte, respecto a la asimilación demagógica que la abstención implica la entrega a Rajoy de las tijeras para hacer más recortes, Albert Rivera en su segunda intervención reivindicó las tijeras no para recortes sociales sino para recortar las duplicidades de órganos administrativos que, además de ineficaces, generan un gasto innecesario. Al mismo tiempo, en relación al ofrecimiento de Albert Rivera, en su tercera intervención, de su predisposición y mano tendida para la necesidad de elaborar leyes por el conjunto de todos los grupos parlamentarios (con independencia de los autores); hay que fijarse en observación de Rajoy de hacer ver de no llevar a cabo derogaciones completas (la coloquialmente, “tabla rasa”) porque algún punto habrá digno de conservación y ello enlaza con lo que el propio Rivera decía unos días de que hasta el peor Gobierno algo hace, correctamente.
Hay ejemplos legislativos que ilustrarían esto. Cualquier ciudadano se sorprendería si supiera que la Ley de Expropiación Forzosa (aún en vigor) pese a elaborarse durante el régimen de la extrema derecha de Franco, es alabada por todos los operadores jurídicos destacan por su altura jurídica, y que las voces existentes sobre su reforma, igualmente coinciden en el mantenimiento de diversos puntos de la misma pese a su futuras modificaciones. Si Albert Rivera anhela elaborar las leyes con el mayor consenso independiente de sus autores (grupos parlamentarios); correlativamente, estará de acuerdo en que no debe derogarse la totalidad de su articulado simplemente por el estigma de haber sido hechas por el PP.