La tarjeta nacional

“Es la resaca del champán /
burbujas que suben y después se van”
Mecano

Estaban aburridos con el negocio del ladrillo, después de haber sobrevivido a veinte años de excesos. Hastiados y resacosos, intentaban recuperarse tras el grotesco atracón inmobiliario: habían conseguido construir sesenta viviendas para cada votante, que comprará si es capaz de cobrar 2000 euros al mes. Los bancos regalaban el dinero con juego de sartenes incluido. España era un páramo ansioso por ser atiborrado de edificios. Ya les cansaba la expresión “dinero negro”, sucia y chabacana de tan usada. Vinculada al viejo billete de papel que llena bolsas y maleteros de coches carisísimos, coleccionados por nacionalistas niños ricos, como una vetusta excusa para encontrar su centenaria patria, preferían los viajes en vehículos de altísima gama para rápidos viajes por carretera a Andorra, o vuelos de ida y vuelta al cercano paraíso de Suiza, más monárquico. Llegados a este punto montañoso, deberían haber pedido consejo a un conocido gerifalte mediterráneo, maestro en la construcción de aeropuertos sin aviones, con el ahorro en vehículos y combustible que eso supone, sin contaminar.

Ahora, empachados todavía con el recuerdo de las construcciones, empresarios, directivos y consejeros de diferentes partidos políticos y contradictorias organizaciones sindicales, han decidido, en un palurdo gesto económico de pavoneo, que preferían utilizar una tarjeta de crédito opaca para no pagar impuestos y no ser descubiertos en su irrisoria trampa: la black card, “tarjeta negra”. Así consiguieron hacer compras en una farmacia o un popular supermercado. (Estos actos exiguos tienen que ocultarse, pasar inadvertidos, ya que comprar en persona y utilizar dinero en efectivo es una actitud demasiado humilde, casi vulgar).

A tiro de tarjeta

A tiro de tarjeta

Hay que reconocer que los citados consejeros y directivos han logrado despistar a cualquier detective o inspector de Hacienda, por muy entendido que fuese en investigar fraudes o malversaciones: el avance económico que supone pasar de “dinero negro” a “tarjeta negra” no podría levantar ninguna sospecha. Nadie se dará cuenta, de puro simplón.

Ocultar pagos y esconder salarios en diferido en un mundo global necesita retribuciones por vía electrónica: un sistema más aséptico y seguro para enriquecerse sin dejar ni rastro. Salario (del latín salarĭum, de “sal”: m. Paga o remuneración regular). En la época del imperio romano la sal era un producto de suma importancia. Quinientos años antes de Cristo se construyó un camino desde las salitreras de Ostia hasta la ciudad de Roma. Este camino fue llamado “Vía Salaria”. Los soldados romanos que cuidaban esta ruta recibían parte de su pago en sal. En ese momento la sal no solo se usaba para condimentar y preservar comida, sino también como antiséptico (la palabra “sal” proviene de Salus, “diosa de la salud”).

Una sucursal virtual (del latín succursus, “socorro, auxilio”: adj. Dicho de un establecimiento: Que, situado en distinto lugar que la central de la cual depende, desempeña las mismas funciones que esta) “es un espacio seguro e interactivo diseñado para optimizar la comunicación entre el cliente y activos frente a procesos del servicio, el cual permite hacer transacciones y seguimientos en línea con el sistema bancario”). Según la RAE, virtual (del latín virtus, “fuerza, virtud”: .adj. “Que tiene existencia aparente y no real”).

Este lenguaje economicista, entre jeroglífico y estrafalario, es utilizado para definir un tipo de oficina bancaria y fue aprovechado para inventarse algo tan miserable como las “acciones preferentes”, producto que consiguió engañar a tanta gente durante tanto tiempo. Es posible que los banqueros que las idearon tengan alguna relación con la “tarjeta negra”. Pero es solo una presunta posibilidad…

El actual ambiente patrio debería ser inmortalizado en una serie de televisión o una película, como hicieron Azcona y Berlanga con La escopeta nacional, para ridiculizar a la clase bancaria y política con sus esperpénticas hazañas. Desde que somos una provincia de Europa faltan protagonistas, hoy abundan los personajes secundarios y de reparto. Nos resignaremos con las fotos de caza en África, escopetas y cuernos.

Una jornada de caza entre partidos sería un escenario perfecto para negociar el precio del voto y el salario del silencio.

VALE

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Maldita curva A Grandeira

A Raúl y María, dos viajeros de un tren a Santiago, mis vecinos

Hace apenas unos meses (el 24 de julio pasado) se cumplía el primer año del accidente ferroviario de Santiago de Compostela, en que fallecieron 79 personas y resultaron heridas más de un centenar. Cientos de familiares lloran aún a las víctimas con la impotencia soberana y vicaria derrota ante la rotundidad de la muerte vestida, para la ocasión, de insolente y traviesa curva a tres escasos kilómetros de su destino. ¡Maldita curva A Grandeira!

Todos los archivos del caso señalan las 20:41 horas como el momento crucial del fatal descarrilamiento: hora en que muchos, apostados ante el televisor, con la cena tibia entre los dientes, masticábamos el orden del día siguiente, ahítos de confianza en falsete por la jornada, una vez más, cumplida. La vida interrumpida en una curva, calificada por expertos de Fomento sin nada que perder, de “difícil”, que es como no decir nada pero con el empaque de los funcionarios con muchos años de servicio sin servicio. ¡Maldita, difícil curva A Grandeira!

El impacto sobre nuestro plasmado televisor de 42 pulgadas, sobre nuestras sofisticadas tabletas y, finalmente, sobre nuestras acostumbradas retinas a todo pasó tan vertiginoso como el tren Talgo Serie 730 pasó a gritos por la mentada curva sin destino dejándonos las sensación inequívoca de que el aire estaba como errático y la luz crepuscular que lo acompañaba en aquel verano de 2013 había perdido la belleza y su voz cotidiana santiaguesas. ¡Maldita y mentada curva A Grandeira!

El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día

El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día (Paulo Coelho)

Sin llegada, todo culminó en unos segundos, el tren a Santiago, como una máquina descerebrada, quedó en suspenso y roto, con sus arterias humanas derramando auxilio y chirriando adioses y ayes por sus cuatro costados… el paisaje sin batalla de 79 viajeros inertes, el rumbo desnortado en los ojos aún vitales de los supervivientes, la angustia estancada como el charco de la cuneta de tantos que estuvimos y fuimos, y todavía somos y estamos. ¡Maldita sea mil veces la curva A Grandeira!

La bruma encantada de Galicia, con sus bosques al sol atlántico, y sus costas pergeñadas a cincel engullían la tragedia como voraces farallones, y la rapsosiaban con orgullo de carvallo centenario, y en Santa Compaña titilaban las candelas afiladas hacia el pico rumoroso del olvido. El dolor se queda apergaminado como la piel reseca y actúa de sombrajo de nuestras esperanzas, ahora en guardería para aprender a gatear y tropezar y levantarse de nuevo sin más rasguño que la memoria encontradiza. ¡Maldita curva A Grandeira!

Hace también ahora un año que despedimos, entre los figurados escombros, descollados y altaneros, de nuestro sexto piso de un enmudecido edificio de Madrid, a Raúl y María, nuestros vecinos de antaño con los que convivíamos apenas con el roce cortés de nuestras siempre a trancas y barrancas conversaciones de ascensor. Su juventud y vitalidad se transmitían por entre las paredes con el bullicioso abrir y cerrar de puertas, la afable y humilde presidencia de María Rey Sánchez, santiaguesa ella, en nuestra Comunidad de propietarios, y la curiosidad entrañable por la lectura, y su silencioso saber estar, de Raúl Bonilla Trimiño, madrileño él, son los apagados recuerdos como débiles quedan ya sus rostros en este sencillo homenaje de juntaletras a estos dos viajeros de un tren a Santiago, vecinos entrañables, que dejaron atrás sus vidas, ya zanjadas, en una maldita curva A Grandeira.

Fue tan extraño el sentimiento y desacostumbrado como la tierra sin cultivar que, al transmitir el pésame a sus padres y a otros vecinos muy cercanos a Raúl y María, se me congeló la palabra (yo, tan locuaz y palabrero –en la primera acepción del DRAE-, yo, con la experiencia de la edad ante pérdidas y dramas vitales) en las frías entrañas del alma. Sin saber qué decir, o si debía decir, el silencio fue un maestro compañero de compasión y profunda tristeza que he roto hoy, esta semana, desde esta tribuna que agradezco, para rendir sincero homenaje a mis dos vecinos, Raúl y María, viajeros de un tren a Santiago, cuyas vidas se vieron, en una parada sin estación, truncadas en una maldita, cerrada curva A Grandeira.

Permítanme, comprensivos y pacientes lectores, enviar un afectuoso y sereno abrazo a las familias y amigos de Raúl Bonilla Trimiño y María Rey Sánchez, en un vago intento, y con la distancia del tiempo que dicen pone la cosas en su justa medida, de transmitirles mi incompleto e insuficiente recuerdo.

HASTA SIEMPRE, RAÚL, HASTA SIEMPRE, MARÍA

VALE

 

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‘Telepolítica’

”La televisión es nutritiva”

Aviador DRO

El portavoz y posible candidato de Podemos a la alcaldía de Madrid, Juan Carlos Monedero, invitó a comienzos de este año a La Tuerka (programa que presenta en Público TV) a Karmele Marchante, periodista especializada en crónica social y habitual colaboradora del espacio televisivo Sálvame, de Telecinco. Ambos se enfrascaron en un agrio debate sobre la prensa de corazón, el machismo y el terrorismo sentimental.

Pablo Iglesias, eurodiputado de Podemos, y Juan Carlos Monedero descubrieron hace varios años que cuando la gente no dispone de mucho dinero tiene que recurrir a los medios de información y entretenimiento más baratos. El Partido Popular había subido el precio de todo producto cultural y de comunicación (música, cine, teatro, literatura, arte, prensa) que se encontrase en su camino. La televisión permite a todos los partidos hacer campaña y dar a conocer a futuros candidatos. Las campañas electorales son muy caras, aunque haya terminado la crisis…

Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista, ha necesitado un verano más que sus adversarios para darse a conocer, ya que fue elegido para ese cargo el día 13 de julio, cuando ya habían empezado las vacaciones y la gente estaba harta de disputas y peleas internas entre congresos, comités, federaciones, asambleas y lo que se les haya ocurrido. Ahora se deja ver en cualquier tipo de programación, pues necesita ser conocido por doquier. Así, ha aparecido en espacios infantiles y juveniles para que toda la familia disfrute de una campaña electoral sin salir de casa. Hay que ir convenciendo a quienes pronto serán votantes, que se aproximan fechas de elecciones municipales y el Gobierno ya está intentando cambiar el sistema de elección de alcalde.

"¿Por qué no te callas, mientras me callo yo?"

“¿Por qué no te callas, mientras me callo yo?”

Miembros y simpatizantes de todos los partidos políticos ya habían participado en tertulias y debates en diferentes cadenas generalistas: Pedro Sánchez no ha descubierto América, pero sabe bien que, como dijo Oscar Wilde, “lo importante es que se hable de mí, aunque sea bien”.

En busca del voto no encontrado, Pedro Sánchez había manifestado ante Jorge Javier Vázquez, presentador del programa Sálvame: “Nunca me verás en una corrida de toros”. Cuando se enteró de que el alcalde de Tordesillas, localidad vallisoletana donde tiene lugar el Toro de la Vega, es del Partido Socialista, Sánchez aseguró que se comprometía a presentar una ley “para acabar con el maltrato animal”.

(En el texto legislativo, el Partido Socialista insta al Gobierno a establecer los mecanismos legales necesarios que impidan situaciones de maltrato animal en los espectáculos públicos y festejos populares celebrados en todo el territorio nacional).

Sánchez también reconoció dos días después, en la ronda de asambleas abiertas que el Partido Socialista inicia en Zaragoza, que “no me gustan los toros, pero no negaré a nadie el gusto de disfrutar viendo torear a José Tomás”. Ha llegado más tarde, pero ya va aprendiendo a ser político: se puede decir lo mismo y lo contrario y no pasa nada.

Mariano Rajoy ya demostró en 2000 que es muy buen actor. El entonces ministro de Educación se interpretó a sí mismo en la serie de Televisión Española Jacinto Durante Representante. Un personaje de ficción le decía entonces al actual presidente: “Sigues siendo el político menos político de los que conozco”.

VALE

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Reticencias: el dilema de Pujol

Algunos de ustedes sabrán que en portugués, a los puntos suspensivos, se les llama reticências. Los demás, sospecho, tendrán una vida más allá de las palabras y de los puntos suspensivos. Y será más o menos buena, qué le vamos a hacer o a decir. Enhorabuena o… no.

En español, reticencia, de la misma familia que taciturno  o tácito (donde las palabras sobran, y los puntos suspensivos, no), significa, según nuestro acertado y esplendente y meridiano y siempre actualizado –y nunca reticente- diccionario, en su primera acepción, y con literatura de orfebre, “efecto de no decir sino en parte, o de dar a entender claramente, y de ordinario con malicia, que se oculta o se calla algo que debiera o pudiera decirse”. Vamos, la “reserva, desconfianza”, de la segunda acepción. O ya puestos, y siguiendo el hilo de la retórica, que es el arte del bien decir o de decirlo mejor, y que es la tercera del DRAE, “figura que consiste en dejar incompleta una frase o no acabar de aclarar una especie, dando, sin embargo, a entender el sentido de lo que no se dice, y a veces más de lo que se calla”.

Su origen, una vez más, lo encontramos en el latín, que es lengua muerta pero muy suelta, y nos dice que reticencia procede de retitentia, del verbo reticere, formado por el prefijo de intensidad re- y tacere (“callar”), es decir, “obstinarse en callar algo”. En otras palabras, que para eso las hay, el código de silencio que afecta a tantos gremios y diversas familias de la enrabietada actualidad y que, quizá, vaya por Dios, debiera afectar a otros gremios y familias de la misma actualidad, pero un poco después, para equilibrar la balanza, y no precisamente de pagos.

Del primer grupo, los que se callan, están los secretarios y adjuntos, sacerdotes, psiquiatras y especialistas de lo que no va bien, abogados y amigos de cargo, políticos de mucho tiempo e hijos. Del segundo, de los que no hay forma de que se callen, están los tertulianos, triunfitos, los de Gran Hermano y Mujeres y viceversa, los de la sección de “Deportes”, muchos críticos y blogueros (menos yo), y toda la sobremesa variada y de chupito de gorra, entre enfadada y sometida. [Se admiten, en la zona de comentarios, sugerencias a ambos grupos.]

Si las reticencias hablaran...

Si las reticencias hablaran…

Las reticendas eran los secretos cuando había que guardarlos; hoy forman parte del artículo 24 de nuestra Constitución al que se acogen cuantos, o míseros de ellos o infelices, apurar cielos pretenden, ora Segismundo ora Basilio, han sido imputados o acusados o relacionados, presuntamente, con un delito de carácter (casi siempre), económico. ¡Qué cosas!

Se callan porque de no hacerlo perderían el crédito que les queda y sobra en sus cuentas de paraísos fiscales; es decir, se callan porque el silencio rinde como la renta fija o como un pecadillo de la carne blanda y débil, y además, se hereda (el silencio, se entiende, que la carne blanda y débil depende más de otros notarios). La reticencia vela y cuida los intereses de unos pocos sin más perjuicio para los muchos que el cabreo endemoniado y los puntos suspensivos del principio.

Hay, a modo de juego –jugarreta- mental, un ejercicio para entender mejor por qué, por ejemplo, el clan Pujol (desgraciadamente, está escogido al azar, de tantos que hay y ya abruman) coopera hasta cierto punto y se guarda (los puntos suspensivos de antes o reticencias), lo que puede perjudicarle. Este juego es el Dilema del prisionero. Imaginemos dos participantes, Pujol padre y Pujol hijo (o hijos en uno, como el lubricante), a quienes se les invita a elegir entre COOPERAR y CALLARSE. Si “cooperan” ambos, la recompensa es apenas pagar lo robado pero sin cárcel; si “coopera” Pujol padre pero “se calla” el hijo o el resto, la pena es de cárcel pero menor, con devolución obligada de lo robado para el expresident, y los vástagos salen de rositas por el Paseo de Gracia, cariacontecidos pero un palmo más altos; si el otrora honorable “se calla”, pero el hijo o hijos “cooperan”, la recompensa para Pujol padre es un retiro en una masía ampurdanesa, con pensión vitalicia y varias páginas en la enciclopedia catalana (de próxima publicación por Ediciones C), mientras el hijo o hijos pagan a plazos la devolución de su herencia, se alejan de la política y hacen 1.500 horas de trabajo social en la remodelación de la Sagrada Familia; y, por último, si tanto Pujol padre como hijo o hijos “se callan” como … (reticencias), la recompensa es el olvido o un gradual pasar página hasta la celebración con pan amb tomàquet y escalibada en una isla del Mediterráneo catalán y de regalo, una sardana con CiU de coro y Pujol de corifeo.

Como se habrán dado cuenta, en este dilema, CALLARSE es siempre la mejor opción. Lo que se deduce, como colofón a este raro y enrevesado artículo, que la reticencia es siempre la mejor respuesta. Aquí paz y después gloria.

VALE y…

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Frontera de sombrillas

Crucé la frontera, amor,
no sé cuándo volveré.
Rigoberta Menchú

Según la etología (parte de la biología que estudia el comportamiento de los animales), estos delimitan y marcan su territorio y espacio vital desde el principio de los tiempos. Los excrementos (heces y orina) han sido y son los instrumentos utilizados por casi todos los cuadrúpedos para establecer sus derechos territoriales sobre una parte de suelo. El ser humano, animal racional, gracias a sus numerosos avances científicos y culturales, ha consumado obras para ejercer el mando y mantener los privilegios dentro de su género. El muro de Berlín el siglo pasado y la valla de Melilla en la actualidad son ejemplos de la permanente evolución humana cuando se trata de subsistencia y desarrollo.

Dice la RAE que frontera es el “Confín de un Estado”. En el litoral español se pueden encontrar bañistas que manifiestan una clara actitud fronteriza, es decir, están dispuestos a marcar su territorio a base de sombrillas, hamacas, tumbonas o cualquier otro tipo de mobiliario playero: una parcela de arena (del latín particella, “porción pequeña de terreno, de ordinario sobrante de otra mayor que se ha comprado, expropiado o adjudicado”) suele aumentar de precio y valor en los meses de verano.

Eso lo sabía muy bien Laura F., prejubilada, agente comercial que se fue a vivir a Trincador, un pequeño pueblo de la costa murciana, después de haber disfrutado de muchos años como asesora y consejera de varios ediles y presidentes de CCAA en la época dorada de la burbuja inmobiliaria. De instinto depredador, Laura F. se hizo pasar por una abuela madrugadora y pronto empezó a ocupar espacio en la arena de la playa a las siete de la mañana. La inversión en sillas plegables y toallas no suponía mucho gasto. Lugareños y turistas de todo pelaje eran su objetivo: alquiler de parcelitas de arena en primera línea de playa a precios muy atractivos y para un número de días negociable. Convencer al alcalde del municipio, su actual pareja sentimental, para utilizar este método de alquiler sería fácil: manipuló casos parecidos en los años de la abundancia económica. Una tropa de abuelos madrugadores municipales se encargaría de barrer,  limpiar la playa y después adjudicarían los terrenos según un bando municipal, por riguroso orden de llegada a la orilla. Hubo quien interpretó estos actos como una privatización encubierta de la playa, pues los abuelos madrugadores municipales eran suegros o padres de los dueños de los chiringuitos donde los turistas comían y bebían durante todo el día. El concejal de urbanismo en el medio rural no ha querido hacer declaraciones respecto a la adjudicación de chiringuitos hasta que su abogado vuelva de vacaciones.

pepe

Sombras de andar por casa

José Antonio P., alcalde del pueblo colindante, Pillante -localidad conocida por los numerosos casos de promociones urbanísticas adjudicadas sin concurso, que llenó el horario de programas televisivos del corazón y las páginas de prensa rosa cuando se supo que su amante, Dorotea Lamarr, famosa actriz estadounidense, quería comprar dos kilómetros de playa para construir un parque de atracciones acuáticas- se enteró del asunto de los abuelos madrugadores municipales de Trincador y ordenó a los dueños de los chiringuitos de su pueblo que se hicieran autónomos, que todo el mobiliario playero fuera de una misma marca comercial para ofrecer al turismo una imagen de personalidad propia, la ‘Marca Trincador’. La marca de las toallas que se habían de usar se adjudicó hace veinte años a un conglomerado de empresas del sector textil portugués, imputado en 2002 por malversación de algodón en Lisboa.

Laura F. y José Antonio P. tuvieron una reunión en el ayuntamiento, previa solicitud de Dorotea, pues la actriz pretendía llamar a su amigo Johnny Scar, cineasta independiente orgulloso de no haber recibido nunca un premio ni haberse presentado a ningún concurso, para filmar un anuncio con el fin de dar a conocer su futuro parque acuático. Lamarr quería permiso de él y consejos de ella sobre cómo promocionar por todos los municipios costeros un espacio de entretenimiento veraniego para toda la familia, pero Laura F., celosa de la actriz, tenía otros planes: proponer a José Antonio P. una división de la orilla en pequeñas parcelas, y utilizar sombrillas, hamacas y todo tipo de mobiliario playero de distintos colores y marcas comerciales como señal divisoria para establecer los derechos territoriales a la hora de tomar el sol y descansar.

Faustino D., alcalde de Trincador, conocía bien a Laura F. y se sintió molesto por haberse enterado de esa reunión cuando estaba de vacaciones y no haber sido invitado a la misma. Resolvió no ceder a Dorotea Lamarr la parte de playa que pertenece a su municipio (el año anterior se lo había prometido a la actriz a cambio del voto favorable del alcalde de Trincador en la asamblea autonómica anual prevista para aprobar la construcción de un helipuerto para facilitar el acceso desde Murcia a Ibiza). Faustino D. había prometido a José Antonio P., en el anterior congreso bianual del Mediterráneo contra el tráfico de drogas, que no revelaría en la convención semestral del partido el pasado oculto de Dorotea y su relación con los viajes veraniegos de jóvenes estudiantes desde Reino Unido.

Para mantener sus privilegios dentro de la manada del partido, Faustino D. adelantó las elecciones y presentó a Laura F. como aspirante al mando, que él ya había sido muchos años alcalde (del árabe hispánico alqáḍi, y este del árabe clásico qāḍī, “juez. Presidente del ayuntamiento de un pueblo o término municipal, encargado de ejecutar sus acuerdos, dictar bandos para el buen orden, salubridad y limpieza de la población, y cuidar de todo lo relativo a la Policía urbana. Es además, en su grado jerárquico, delegado del Gobierno en el orden administrativo”, según la  RAE).

VALE

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Obsolescencia programada

Me van a perdonar, pero hay que ser hijoputa.

Comprendo las necesidades de mercado (bueno, cuando digo comprendo, en realidad quiero decir que no me queda más remedio que resignarme) y que ciertas personas tienen como único objetivo en la vida acumular ganancias, sean del tipo que sean, pero de ahí a crear (y que forme parte de la declaración de principios del negocio) productos con fecha de caducidad más o menos ajustable o bajo control, y hacer que nuestras vidas sean más crispadas y cuesta arriba si cabe, creo, honestamente, que es de una crueldad manifiesta solo comparable a la traviesa orca cuando juega con su presa, foca de cuyo último estertor apenas queda constancia entre tantas olas, y cuya efímera existencia, quizá, fue programada por el hacedor de focas en la noche de todos los tiempos. [Los documentales de la 2, muchachos, aunque eternamente repetidos, tienen lecciones maestras que enseñarnos todavía. Lo del ñu cruzando el Mara en el Serengueti es que no se me olvida, oye].

MI reino por una bombilla

MI reino por una bombilla

La obsolescencia, del participio de presente del verbo latino obsolescens, obsolescentis (“en desuso, que pasa de moda”), que a su vez es participio del verbo obsolescere, cuyo participio de perfecto, obsoletus, nos da, por fin, obsoleto, y se refiere, entre tanto participio, a aquellas cosas que han quedado inútiles y/o envejecidas por el paso del tiempo y no se corresponden ya, vaya por Dios, a las costumbres del tiempo presente. En otras palabras, cuando decimos que algo es o ha quedado obsoleto estamos diciendo, claramente y sin ambages, que ya no sirve ni para comer mierda (perdonen la expresión, pero entre el ordenador, un reproductor con control remoto y las redes Wi-fi y por Ethernet, han logrado chafarme el fin de semana y  dejarme la sensación de títere en manos de aburridos dioses o completamente borrachos).

El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico y punto. Crean la necesidad artificial de otros productos que sirvan al mismo propósito (llaman a estos bienes de consumo periódicos, según he podido saber hace poco, satisfactor, lo que no deja de tener su gracia) con la certeza de que se estropearán o fallarán en un futuro próximo –y no por hermano- y nos obligarán a desesperarnos, a mentarles la madre y, ya rendidos a la evidencia luego de innumerables fracasos, llamar a un técnico que nos revela, ay, por primera vez, que son las que más duelen, que nuestro querido artefacto ha quedado obsoleto y que eso ya se sabía antes, incluso, de que existiera, y que mejor es adquirir uno nuevo… No sé ustedes, pero entonces comprendí la expresión “rasgarse las vestiduras”. Ni que decir tiene que me he comprado nuevos productos donde la fecha de caducidad no aparece en el código de barras, como en los medicamentos o alimentos, sino en la mente perversa de ingenieros y alquimistas de la chatarra cósmica.

Con todos (mejor dicho, con ninguno de) mis respetos: es la mejor estafa que he visto jamás y de una sutileza que ni siquiera las leyes pueden frenar o castigar, y, mucho menos, los hombres, en su infinito egocentrismo y capricho, comprender… La satisfacción inmediata, el deseo imperioso y cierto narcisismo hecho necesidad hacen que la obsolescencia programada no sea más que una interrupción (más o menos incómoda, más o menos barata, más o menos aceptable) de nuestras vidas al servicio de la acumulación de vacíos… Hacer que un producto sea descartable antes, incluso, de que realmente lo sea (las farmacéuticas saben bastante de esto, y los fabricantes de móviles y otros artilugios del diablo, y las facultades de periodismo, y algunos matrimonios) es una manera muy poderosa e invisible de controlar nuestras necesidades y convertirnos, aunque no queramos admitirlo, en adictos… de cuya obsolescencia ya hablaremos otro día, que este se acaba (poéticamente, el día no sería obsoleto, sino efímero), y apenas me quedan fuerzas para enfrentarme a la obsesión (nada que ver con la obsolescencia) de instalar en mi casa la fibra óptica, que es más limpia, rápida, barata y duradera (hasta que salga otra novedad del ocho y me quede a cuadro, que es otra forma de decir, también obsoleta, apollardao).

Se me ha ocurrido, ante tanta tumba fechada, que la obsolescencia programada bien pudiera servirnos a los ciudadanos de a pie y urna para ponerle fin (y planificarlo) a ciertos politicastros, tertulianos y otros profesionales de qué, consejos de administración de diversa índole y mismo jaez y algunas leyes insólitas antes de que nuestra paciencia y cortés prudencia se acaben, como nuestro obsoleto discurrir o este verano de coronilla y dulzaina…

VALE

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Encierro electoral

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
José Agustín Goytisolo 

Por primera vez en la historia electoral de la tauromaquia los matadores que lidiaron en la corrida de la tarde habían corrido también en el encierro de la mañana: los diestros Sánchez (traje rosa y oro),  Madina (palo rosa y plata) y Pérez (negro y azabache) se enfrentaron en la faena del trece de julio con cinco posibles votantes: Indeciso, Dubitativo, Vacilante, Inseguro y Descreído, que no han pastado en ningún congreso ni comisión federal; son animales de asamblea y voto en manada de la ganadería de Abstención Válgamelseñor, morlacos cuernijuntos que ya dieron problemas en el primer congreso federal de las elecciones primarias entre militantes, simpatizantes y antiguos cargos.

Los corrales de Santo Domingo acogían a los presuntos votantes, que salieron en grupo camino de la Plaza del Ayuntamiento (donde, entre los corredores, algunos que fueron concejales recordaron con nostalgia antiguas elecciones). Los matadores se incorporaron al encierro en la calle Mercaderes, espacio amplio que permite correr de forma más desahogada.

Este tramo del encierro no ha sido problemático pero, al llegar la a curva de la calle Estafeta, Descreído, un ensabanado que se mostró receloso en la salida federal de los corrales, donde coincidió con dos cabestros e intentó embestir por error a Indeciso, bragado que se cebó con un turista estadounidense al que no logró sacar del recorrido a pesar de asestarle dos cornadas, una en el muslo izquierdo y otra en el glúteo derecho, y golpearlo contra el vallado en varias ocasiones.

Después de un minuto de encierro llegamos a la curva de Telefónica, lugar preferido por los toreros citados, pues saben que en este tramo otros militantes terminaron una buena carrera. Vacilante y Dubitativo, Berrendo y Salpicado respectivamente, resbalaron y quedaron rezagados y desorientados hasta la llegada de los pastores, que consiguieron dirigirlos hasta el Callejón, camino de la plaza.

Inseguro, jabonero, astado que retrocedió nada más comenzar el encierro, ya que había olvidado su intención de voto en los corrales, continuó rezagado hasta que Sánchez, Madina y Pérez, a base de capotazos, consiguieron que volviera al recorrido. Todo por un voto.

El efecto de la participación de los matadores en el encierro es de diagnóstico reservado.

(Esta crónica se ha escrito en los tres minutos y cincuenta y dos segundos que duró el encierro)

VALE

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Los últimos ‘monarcaicos’

[. . .] las extremadas muestras de humildad
 se equiparan a la generosidad y deferencia
 con que el rey le corresponde [. . .]
Cantar del Mío Cid, Anónimo

La revista Pffciencia (versión española de la británica Pssciencie) publica en el número del mes de junio una investigación elaborada en las grutas y cavernas del museo madrileño para la conservación y correcto manejo de los Paleontoregímenes residuales; su adecuada utilización para el ornamento rural en verbenas veraniegas, o la ocupación de espacio sobrante en museos de cera urbanos con fines turísticos, han sido la causa de tensos debates electorales con las recientes elecciones europeas como pretexto.

Paul Smith, el antropólogo estadounidense autor de dicho estudio, quiere demostrar que los instrumentos y herramientas analizados, unos manufacturados con vegetales y otros, con piel de caza menor, eran usados por el homo antecesor (la especie homínida más antigua de Europa) como papeletas y sobres en las primigenias elecciones rupestres.

Esta tesis se apoya en un exhaustivo examen, llevado a cabo hace unos meses en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) por la paleontóloga española Paula Herrero, que buscaba allí evidencias de canibalismo.

Herrero y Smith ya habían coincidido, el año 1991, en el yacimiento burgalés, donde encontraron restos de agrupación y convivencia, y estudiaron la evolución de los homínidos en el pleistoceno inferior, hace 800. 000 años; la especie humana ya utilizaba herramientas muy sencillas, como piedras cortantes o palos a modo de lanza, pero todavía no sufrían los efectos de los programas televisivos de cocina, ya que todavía no se había inventado el fuego.

Herrero y Smith quisieron aprovechar su visita a Burgos para resolver una disputa que tenían pendiente desde su última aparición en un plató de televisión, donde regañaron acerca de las pinturas de la cueva de Altamira. Herrero creía que el color ocre pudo conseguirse a base de pigmentos minerales; Smith, sin embargo, aseguraba que la utilización de carbón vegetal mezclado con grasa animal era evidente en las zonas con resaltes rocosos. También discutieron entonces sobre la identidad de los rastros óseos, encontrados en ríos y cuevas, de un ser que caminaba con dos piernas y presentaba claros trazos de blanqueamiento dental (aquí aparecen las primeras placas de roca caliza aplicadas al arte decorativo), propio de las primeras ceremonias de enterramiento, hoy conocidas como “dimisiones” o “abdicaciones”, teoría defendida por un grupo de involucionistas aforados.

Un fragmento de mandíbula que no encajaba con los restos de un cráneo y unos dientes encontrados en la cueva, provocaron una discusión entre comunidades autónomas todavía no resuelto. Gracias al análisis de los esqueletos, incluso de los huesecillos del oído, se ha podido asegurar, sin ninguna duda, de qué pudieron morir, qué comieron, qué dieta seguían y si eran o no monarcaicos, especie esta que sigue en estudio actualmente.

Para limar asperezas, Herrero y Smith decidieron hacer un viaje profesional, no turístico ni vacacional [un miembro del MIC (Ministerio del Interior de las Cuevas) aseguró, tras ser preguntado por un periodista del semanario Rural y Rupestre, que no sabía nada de un supuesto roce (que lleve al desgaste o a lo que surja) entre dos personalidades científicas de tanta categoría, pero, eso sí, en las cuevas hace mucho frío, y más en el norte], a la cantábrica cueva de Altamira, causa de muchos enfrentamientos y discusiones entre ambos en fechas anteriores.

Allí querían contrastar sus estudios previos respecto a la evolución de las costumbres cinegéticas de la humanidad en la civilización magdaleniense superior, considerada la primera de Europa occidental. Los llamados “bastones de mando” se construían con asta de reno o hueso y eran símbolo de autoridad en las tribus de homínidos y se podían utilizar también para la caza; los “bastones de mando” se encontraron junto a una tosca especie de “corona” o “gorro de picos”, de marfil, considerados símbolos de autoridad. El hallazgo de unos colmillos de mamut en una galería lateral de la llamada “Capilla Sixtina del Arte Cuaternario”, cerca del “gorro de picos”, ha suscitado mucha polémica respecto a la caza del mamut por parte de los monarcaicos, variante agresiva del homo pre-antecessor que utilizaba los “bastones de mando” para la caza, la pesca, y ya en el neolítico superior, el huglf (considerado el antecedente primario del golf actual, donde las piedras calizas y las ramas hacían de pelotas y palos).

También intercambiaron pareceres y creencias respecto a los últimos hallazgos del llamado “arte decorativo”, de motivos geométricos y animales. La pintura ya es polícroma y de trazo más fino, pues durante esta fase se usaba sílex para hacer trazos ahuecados en la roca. A esta era del magdaleniense pertenecen “las gaviotas” y “la rosa”, esculpidos con piedras de río, que servirán de molde para futuras piezas de arcilla.

Después de tres días de investigación, Herrero y Smith volvieron a Madrid, avisados por unos becarios mal pagados del Centro Superior de Investigaciones Pssientíficas, de la evolución, en forma de desfile y manifestación, de varios grupos de homínidos, posibles monarcaicos antes citados, que algunos expertos dieron por extinguidos después del invento de la rueda, o de las cadenas para la nieve.

Actualmente vivimos la más compleja de las posibles formas de la agrupación y convivencia entre bípedos implumes, la conocida y padecida monarquía democrática o democracia monárquica, también llamada menorquía en las europeas islas Baleares.

VALE

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El mal babilónico

Vi un malvado que se jactaba,
Que prosperaba como un cedro frondoso;
Volví a pasar, y ya no estaba.
SALMO 36-III; vv. 12-15

Doy por hecho que el lector conoce la diferencia entre el bien y el mal; que ya puestos, el lector da por hecho que existe el bien y que existe el mal, por separado o en feliz cohabitación o contubernio, pero que ambos existen y que se las tienen tiesas con el recipiente y receptor de tan enconada o traviesa y milenaria lucha: el ser humano; es decir, el lector en su peor momento. [Yo mismo, para evitar controversias y que se den espectáculos tan bochornosos como patéticos como el que vi el otro día en un programa de ¿debate? y ¿reflexión? y ¿crítica? Un saludo a todos los tertulianos de a sueldo y ubicuos como la mirada perversa de un póster.]

He pasado toda la semana releyendo el Apocalipsis de Juan (uno de ellos, al menos), es decir, el Libro de las Revelaciones. Que no entendí gran cosa, es cierto, y que no dormí muy allá en unos días, también… es lo que tiene cuando uno se ve reflejado en ciertos aspectos de la naturaleza humana y no tiene escapatoria, aunque la costumbre sea mirar los del vecino. Dante lo supo ver mejor que muchos y, quizá, que nadie, y lo convirtió en arte, y, además, circular, como recomienda Aristóteles: La divina comedia, la de todos los días desde que estamos en crisis; es decir, desde que el mundo es mundo y una lengua de fuego purifica e ilumina el corazón del hombre.

Gracias a la enorme labor de síntesis de Ferrater Mora y su Diccionario de filosofía, ahora entiendo algo mejor la naturaleza del mal y las teorías que han intentado explicarlo, y puedo escribir sobre ello como si fuera yo quien lo hubiera parido (que no):

Algunos creen que el problema del mal es puramente moral, y otros que es de naturaleza metafísica; pero, en cualquiera de los dos casos, peliagudos ambos, el mal es básicamente una realidad (un ser, según lo entienden algunos filósofos) o un valor (en realidad, y así juntamos ambos conceptos, se trata de un disvalor o valor negativo). La realidad es, pues, incompleta sin la participación negativa del mal: no puede haber armonía universal sin el mal. Esta idea tan estoica se aplica solo a los seres humanos y, según Plotino, «ciertos males engendran ciertos bienes», con lo que no debemos precipitarnos cuando vemos al mal campar a sus anchas. Algunas antiguas escuelas del pensamiento -cuando las escuelas se dedicaban al bien pensar-sostienen que el mal es apenas el último grado del ser, y esta pobreza ontológica no es más que uno de sus muchos aspectos negativos. Plotino otra vez (al parecer estaba preocupado el hombre con este asuntillo del mal) decía a sus alumnos –cuando los alumnos escuchaban a sus maestros- que «el mal es al bien como la falta de medida a la medida» y llegó a la conclusión de que la substancia misma del mal es «indeterminada, inestable, completamente pasiva, jamás satisfecha, pobreza completa». [A este tío, yo también le hubiera prestado atención cuando yo tenía cierta capacidad para ello, claro está]. Hegel, en su clásica y difícil obsesión por lo inefable, subrayó que el «mal es la negatividad positiva», pero más que ayudar, nos distrajo, aunque dejó más o menos sentadas las bases de la filosofía sobre lo real, y lo lógico-metafísico, con lo que una de cal y otra de arena con el pensador alemán. Luego llegaron otros y afirmaron que el mal es una ausencia completa de realidad: el no ser, con lo que ya la tenemos liada para un par de siglos. Siendo ya el no ser, el mal puede ser lo que le dé la gana en apariencia y empieza por ser una ilusión, una especie de velo que impide ver el bien, que es el ser en estado puro. La privación de todo bien -siguiendo el hilo-, equivaldría a la nada; por tanto, todo lo que es, es bueno, y el mal es todo lo que no es substancia. En términos dialécticos, el ser que es constituye la expresión de un Dios impersonal; y el mal es concebido como un alejamiento de ese Dios causado por una voluntad de independencia respecto a ese Ser. En palabras de san Buenaventura, «el mal (el pecado) es el hecho de que el hombre hiciera algo a causa de sí y no a causa de Dios». Santo Tomás aportó algo más al considerar que todo mal conlleva “privación” pero no en general, porque entonces caeríamos en el absurdo de creer, por ejemplo, que este artículo, al carecer de interés, es malo per se y que lo son todos los demás. [Por favor, no tentemos al absurdo]. El mal, pues, tiene una causa, pero no una causa eficiente, sino deficiente (según los escolásticos y Leibniz), lo que se traduce en que el mal es permitido (por Dios, se entiende) como requisito para el orden, variedad y armonía universales. ¡Toma ya!

Hasta ahora, las doctrinas reseñadas tienden más al monismo o pluralismo moderado y apenas nos dejan una sensación de que lo llames como lo llames, el mal no es bueno, y que lo mires como lo mires, es fatal, porque siempre es peor tenerlo cerca que lejos, ya sea físico (sufrimiento) o moral (la conciencia como gusano roedor que de vida vive, en expresión de Paul Valéry en su Cementerio marino); ya sea un ser o un valor; algo abstracto o concreto, substancial o accidental, el mal es el resumen de todos los valores negativos (lo profano, lo feo, lo inmoral, lo infiel, lo pérfido, lo falso e injusto, depravado, indecente, vil, infame y excesivo, cobarde e indigno… ).

El dualismo radical, representado por maniqueos y gnósticos, defiende la lucha milenaria entre el bien y el mal, y que son principios radicalmente opuestos, pone un poco de guindilla a este guiso metafísico que no parece conducir a ninguna olla, y ha dejado su sello en grandes obras de la literatura y del cine. Sea como fuere, el hombre se desgañita para hacerle frente o para adherirse a él o dejarlo correr. Ustedes me dirán que he perdido la chaveta, y algo de razón tendrán, pero no antes de hablarles de cómo el hombre (en quien dicen los que lo estudiaron a fondo que reside el mal) lo combate: están quienes aceptan el mal alegremente o sienten cierta satisfacción o complacencia (se ha llamado a esta actitud, algofilia –amor al mal o a los males); están quienes lo aceptan con resignación, como los estoicos que eran muy dados a la racionalización de las pasiones y deseos, que es donde ellos veían la genuina fuerza del mal; los hay que (se) desesperan, y pierden con ello la oportunidad de ver un mal o bien mayores; están también los que huyen, que es la forma que adquiere la indiferencia y representa, según algunos ascetas, la “liberación del yo” o “desyoización” radical, con lo que el mal tiene poca chicha donde agarrarse; los hay que se adhieren directamente al comprobar, una y otra vez, que el ejército del mal es más poderoso y tiene todas las de ganar, con lo que podía calificarse de actitud oportunista y mezquina; y, finalmente, están los que actúan, ya sea a nivel individual o colectivo, como conjunto de esfuerzos destinados a transformar la persona de raíz o como combate para cambiar las condiciones de la sociedad, etc.

¿Hubo mal antes de que el hombre pensara en él o el mal nace, crece y se multiplica con la evolución de las especies hasta llegar al homo sapiens que se arrastra como vil serpiente?

Dejo al lector y a su libre albedrío e imaginación que elijan la definición o descripción que más le convenga; como le dejo también la forma en que se ve a sí mismo combatiendo el mal.

Hasta donde yo sé y siento, el mal es actual y, hoy por hoy, es y representa una fuerza de atracción tan poderosa que se nutre de manera eficaz y muy sutil de la pereza y desgana humanas, de su hastío vital y su inconsistencia moral, y de su natural creencia de que la culpa es de otro, sobre todo si el otro te funda un partido en cuatro meses y obtiene cinco escaños en Europa como los cinco que nos metió Holanda, si un rey abdica y otro se perpetúa, si se trata de blancas o de drogas o de esclavos, si de desproporción (véase un número cualquiera de Forbes, o del PIB de algunos países con hambruna) o injusticia (véase cualquier sentencia por corrupción) o ceguera (véase, si no, el que teniendo cree que lo tiene por mérito)… si no hacemos nada para, al menos, denunciarlo (véase este artículo que lo intenta) o para vencerlo en su terreno, que es y siempre ha sido, el bien que se dejó de hacer (véase en la historia hombres y mujeres que se dejaron la vida por cambiar lo imposible, como la segregación en EEUU o el laicismo de los estados).

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Palabra Sobrante O Excedente

Los diputados están como una cabra
LEOPOLDO MARÍA PANERO

La delegación elegida en el Congreso Provincial subadjunto al Comité de Militantes Lingüistas, en su reunión trianual con la Comisión de Simpatizantes Lenguaraces, tomó la decisión adyacente, no vinculante, de extraditar del lenguaje las palabras que llevan sin utilizarse casi veinte años, debido al abuso del minimalista vocabulario telefónico, unido a los comandos binarios informáticos y sus secuaces electrónicos.

Si entramos en el complejo mundo de las figuras retóricas y/o literarias, e intentamos cambiarlo o eliminarlo, debemos empezar por el principio con el fin de no confundir alegoría (del latín allegorĭa, ficción en virtud de la cual “Congreso” representa o significa otra cosa diferente, por ejemplo “Comisión Federal”) con analogía (del latín analogĭa, proporción, semejanza autonómica que no interfiere el principio proporcional de la estructura territorial).

También nos encontraremos con una estructura sectorial complementaria llamada antítesis (del lat. antithĕsis,  “contraposición”, según la RAE);  esta se da entre las diferentes estructuras flexibles que fomentan la eliminación de los cauces rígidos de participación de asesores y colaboradores.  Inmediatamente después está el arquetipo, que se basa en la autonomía de los órganos que lo integran dentro de las competencias que estatutariamente les corresponden.

(Antes de continuar es necesario comentar que se han detectado numerosos grupúsculos (del francés groupuscule, “grupo poco numeroso de personas que interviene activamente en algún asunto frente a otro u otros grupos mucho mayores”, según la RAE) de JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados), veintegenarios y treintagenarios, protagonistas de una campaña de publicidad en la década 1990-2000, que quieren seguir siendo jóvenes y rebeldes).

Llegamos a la expresión que ha generado más debates, e incluso discusiones y conflictos: circunloquio (del latín circumloquĭum, ”rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”, según la RAE). Han sido invitadas a opinar respecto a este vocablo las diferentes agrupaciones municipales y locales del lenguaje, así como las comarcales y regionales, sin olvidar las rurales.

La desarticulación entre los distintos ámbitos lingüísticos, a la par que territoriales, ha sido el definitivo punto de encuentro y acuerdo. El eterno debate entre los vocablos metáfora y metonimia, adjunto a la participación activa de representantes partidarios de la reestructuración autonómica, ha sido el detonante que mucha gente estaba esperando. Metáfora (del latín metaphŏra, traslación, figura que consiste en trasladar el sentido recto de las federaciones comarcales a otro figurado, sin llegar al grado de regional). Metonimia (del latín metonymĭa, traslación. Tropo que designa una delegación regional con el nombre de una estrategia comarcal, tomando el efecto por la causa o viceversa; se han dado casos en los que, con el fin de evitar desacuerdos autonómicos, se ha llegado a pactos regionales y comarcales, ya que los provinciales podrían malentenderse e interpretarse como injerencias en busca de un organigrama sectorial con fines académico-electoralistas).

Una vez aclarada la estructura sectorial en lo referente a las zonas y territorios, los sectores crítico-lenguaraces, buscando un mayor acercamiento a posturas del pueblo parlante, proponen delegaciones adjuntas en los barrios y el uso, ya casi olvidado, de la primigenia actitud “con voz y voto”, en la elección de académicos que promuevan la vuelta del retruécano, para compensar de esta manera la escasa participación de voceros y votantes causada por tantas excedencias entre las voces y vocablos.

Con el regreso del retruécano (“inversión de los términos de una proposición o cláusula en otra subsiguiente para que el sentido de esta última forme contraste o antítesis con el de la anterior”, según la RAE), por ejemplo: “No es lo mismo una delegación es elegida por un Congreso, que un Congreso elegido por una delegación”; y una vez contrastado el éxito de la palabra, los crítico-lenguaraces, con la intención de incentivar la repatriación de la voz verosímil (“que tiene apariencia de verdadero. Creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad”, según la RAE) tienen la voluntad de convocar un consejo territorial para establecer una línea académica y definir así un futuro programa que equilibre y racionalice el número de asistentes con derecho a voto por metro cuadrado en las asambleas.

VALE

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