Hoy todo el mundo habla de la felicidad, incluso en las ultimas décadas han surgido ciencias que se han dedicado a su estudio. Lo que algunos psicólogos y sociólogos pensaban que era imposible medir (la felicidad) y veían hasta con desconfianza que dicho concepto formara parte de estudios científicos, hoy se ha convertido en una de las tendencias de vanguardia en el campo de la Psicología y también en el de las llamadas genéricamente Ciencias del Comportamiento.
Todos queremos y anhelamos ser felices, todos aspiramos a conquistar nuestra cota de felicidad, pero, ¿que es la felicidad? La respuesta será muy diferente según a quien le preguntemos. Para unos será un paseo bajo la lluvia; para otros la satisfacción de un trabajo bien hecho; habrá quien la identificará con el poder o el dinero, y otros con la paz interior y el sosiego. Hay quien la vera como un sueño inalcanzable y otros como algo sumamente fácil de conseguir. En fin, para gustos los colores, y en esto de la felicidad hay tantas opiniones como individuos sobre la faz de la tierra.
Cada uno tiene un concepto personal y subjetivo de lo que es la felicidad. Dicen algunos expertos “que ser feliz no es una meta, sino un medio para alcanzar otras: estar más saludable, tener mejores relaciones, conseguir más dinero, hacer más dinero o tener un mejor trabajo”. Pueden tener razon, un servidor prefiere recurrir a los aforismos clásicos para definirla y este que les proponemos nos parece muy saludable y certero: “la felicidad no es un destino al que llegar sino una forma de viajar”.
Lo que nos dicen los estudios realizados sobre el tema es que al menos el 50% de nuestra felicidad vendría determinada genéticamente. Es decir “la mayoría de nosotros nace con un nivel de felicidad prefijado en los cromosomas”. Pero, ¿qué ocurre con el otro 50 por ciento? Pues ese porcentaje depende por un lado de nuestras circunstancias vitales (10%) y el 40 % restante estaría en función de todo aquello que hacemos deliberadamente para ser felices, es decir, de nuestra actitud. La felicidad no se nos regala en la lotería de la vida, la tenemos que conquistar cada dia.
Es innegable que existen una serie de mecanismos químicos asociados al placer y al bienestar. Estoy haciendo referencia a la dopamina, neurotransmisor esencial asociado al goce y la felicidad. A medida que envejecemos, los niveles de dopamina disminuyen, por eso resulta muy importante para ser feliz en edades longevas conseguir experiencias que nos ayuden a regenerar dentro de lo posible este importante neurotransmisor.
Otro componente importante de la felicidad consiste en saber disfrutar del momento. Es decir se trata de conseguir disfrutar intensamente de lo que haces y de que lo haces bien; en esas circunstancias la persona percibe tener el control de su vida y se nos olvida todo lo demás, incluso de uno mismo. Aquellos que poseen la capacidad de disfrutar el instante son más felices que aquellos que lo hacen ocasionalmente o que nunca lo experimentan.
La felicidad también depende en gran manera de la capacidad de recuperarse con rapidez de la adversidad, es lo que se llama resiliencia. “No todas las adversidades son negativas”, en muchos casos el sufrir una crisis es la mejor manera de fortalecer el animo y conseguir mecanismos de adaptación cada vez mejores y mas eficaces, que nos permitan salir airosos de nuevas situaciones de incomodidad
Lo que si parece claro y demostrado es que el dinero no da la felicidad, al contrario, es uno de los grandes enemigos. Eso es así por que el ser humano se adapta con rapidez al placer, y con el paso del tiempo, aquello que nos provocaba placer deja de tener ese efecto, razón por la cual los seres humanos estamos constantemente insatisfechos. Esa es la causa por la que la felicidad inicial que nos produce el que nos toque la lotería por ejemplo, muy pronto deja de surtir un efecto positivo, decayendo con el paso del tiempo y originando una nueva percepción de malestar y una actitud de ambición inacabable.
En cambio todos los estudios realizados al respecto insisten que las personas que poseen vínculos familiares y amigos cercanos, son mucho mas felices por que se sienten apoyados y fortalecidos por su presencia. Y ello no significa que no existan roces, o problemas, o conflictos, pero a pesar de ello, la sensación que conlleva la existencia del vinculo socio-familiar es una vacuna para el malestar y la desdicha.
Pero sin duda uno de los elementos que nos hace ser mas felices es la generosidad y la compasión. El saber ponernos en el lugar del otro, el dar nuestro tiempo y nuestro apoyo al ser humano que tenemos al lado, el empatizar con el semejante y comprender la situación por la que esta pasando, ayudándole en aquello que podamos es siempre un elemento clave para obtener felicidad y paz. No hay mejor medicina y terapia mas sencilla y barata que ponerse en el lugar del prójimo. Ayudando a otro sin duda nos ayudamos a nosotros mismos.