La felicidad

Hoy todo el mundo habla de la felicidad, incluso en las ultimas décadas han surgido ciencias  que se han dedicado a su estudio. Lo que algunos psicólogos y sociólogos pensaban que era imposible medir (la felicidad) y veían hasta con desconfianza que dicho concepto formara parte de estudios científicos, hoy se ha convertido en una de las tendencias de vanguardia en el campo de la Psicología y también en el de las llamadas genéricamente Ciencias del Comportamiento.

Todos queremos y anhelamos ser felices, todos aspiramos a conquistar nuestra cota de felicidad, pero, ¿que es la felicidad? La respuesta será muy diferente según a quien le preguntemos. Para unos será un paseo bajo la lluvia; para otros la satisfacción de un trabajo bien hecho; habrá quien la identificará con el poder o el dinero, y otros con la paz interior y el sosiego. Hay quien la vera como un sueño inalcanzable y otros como algo sumamente fácil de conseguir. En fin, para gustos los colores, y en esto de la felicidad hay tantas opiniones como individuos sobre la faz de la tierra.

Cada uno tiene un concepto personal y subjetivo de lo que es la felicidad. Dicen algunos expertos “que ser feliz no es una meta, sino un medio para alcanzar otras: estar más saludable, tener mejores relaciones, conseguir más dinero, hacer más dinero o tener un mejor trabajo”. Pueden tener razon, un servidor prefiere recurrir a los aforismos clásicos para definirla y este que les proponemos nos parece muy saludable y certero: la felicidad no es un destino al que llegar sino una forma de viajar”.

Lo que nos dicen los estudios realizados sobre el tema es que al menos el 50% de nuestra felicidad vendría determinada genéticamente. Es decir “la mayoría de nosotros nace con un nivel de felicidad prefijado en los cromosomas”. Pero, ¿qué ocurre con el otro 50 por ciento? Pues ese porcentaje depende por un lado de nuestras circunstancias vitales (10%) y el 40 % restante estaría en función de todo aquello que hacemos deliberadamente para ser felices, es decir, de nuestra actitud. La felicidad no se nos regala en la lotería de la vida, la tenemos que conquistar cada dia.

Es innegable que existen una serie de mecanismos químicos asociados al placer y al bienestar. Estoy haciendo referencia a la dopamina, neurotransmisor esencial asociado al goce y la felicidad. A medida que envejecemos, los niveles de dopamina disminuyen, por eso resulta muy importante para ser feliz en edades longevas conseguir experiencias que nos ayuden a regenerar dentro de lo posible este importante neurotransmisor.

Otro componente importante de la felicidad consiste en saber disfrutar del momento. Es decir se trata de conseguir disfrutar intensamente de lo que haces y de que lo haces bien; en esas circunstancias la persona percibe tener el control de su vida y se nos olvida todo lo demás, incluso de uno mismo. Aquellos que poseen la capacidad de disfrutar el instante son más felices que aquellos que lo hacen ocasionalmente o que nunca lo experimentan.

La felicidad también depende en gran manera de la capacidad de recuperarse con rapidez de la adversidad, es lo que se llama resiliencia. “No todas las adversidades son negativas”, en muchos casos el sufrir una crisis es la mejor manera de fortalecer el animo y conseguir mecanismos de adaptación cada vez mejores y mas eficaces, que nos permitan salir airosos de nuevas situaciones de incomodidad

Lo que si parece claro y demostrado es que el dinero no da la felicidad, al contrario, es uno de los grandes enemigos. Eso es así por que el ser humano se  adapta con rapidez al placer, y con el paso del tiempo, aquello que nos provocaba placer deja de tener ese efecto, razón por la cual los seres humanos estamos constantemente insatisfechos. Esa es la causa por la que la felicidad inicial que nos produce el que nos toque la lotería por ejemplo, muy pronto deja de surtir un efecto positivo, decayendo con el paso del tiempo y originando una nueva percepción de malestar y una actitud de ambición inacabable.

En cambio todos los estudios realizados al respecto insisten que las personas que poseen vínculos familiares y amigos cercanos, son mucho mas felices por que se sienten apoyados y fortalecidos por su presencia. Y ello no significa que no existan roces, o problemas, o conflictos, pero a pesar de ello, la sensación que conlleva la existencia del vinculo socio-familiar es una vacuna para el malestar y la desdicha.

Pero sin duda uno de los elementos que nos hace ser mas felices es la generosidad y la compasión. El saber ponernos en el lugar del otro, el dar nuestro tiempo y nuestro apoyo al ser humano que tenemos al lado, el empatizar con el semejante y comprender la situación por la que esta pasando, ayudándole en aquello que podamos es siempre un elemento clave para obtener felicidad y paz. No hay mejor medicina y terapia mas sencilla y barata que ponerse en el lugar del prójimo. Ayudando a otro sin duda nos ayudamos a nosotros mismos. 

 

 

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¿Merito y capacidad?

Las premisas de merito y capacidad son las que deben regir el acceso a cualquier puesto de trabajo, y mucho mas cuando este puesto se lleva a cabo en la “función pública”.

Esto quiere decir algo tan sencillo como que para ser el psiquiatra de una área de salud, o formar parte de los servicios de extinción de incendios de una ciudad, o ser el juez de instrucción de un partido territorial, o el abogado del estado de un ministerio, lo esencial es que todos estos puestos, u otros similares, los ocupen los mejores, los mas preparados, los mas cualificados, aquellos que por haber demostrado a través de pruebas objetivas los mayores méritos y por tener la mejor cualificación profesional, sean los elegidos para ello.

Pero desgraciadamente lo que estamos viendo y, también sufriendo, en nuestro país no va siempre por ese camino. Cierto que hay oposiciones y concursos serios y estrictos para acceder a determinados trabajos, pero también es cierto que cada vez son mayores las sombras que muchas veces se ciernen sobre la imparcialidad y la objetividad para el acceso a la función publica.

En muchos casos los currículos académicos no sirven para casi nada, despreciándose de esta forma la labor realizada durante años en escuelas y facultades universitarias; en otros se permite la entrada en el escalafón a través de “turnos especiales”, que si bien es cierto que en su origen tenían como finalidad conseguir “sabia nueva”, el tiempo va demostrando que es mas bien una “puerta falsa” para dar plazas a quien no ha podido, o no ha querido, someterse al examen ordinario. Por último vemos, no sin asombro e indignación, como la larga mano de algunos políticos sacan plazas hechas a “diseño y a medida” de un determinado candidato al que se le da la plaza que luego, cuando ellos, los políticos y gestores de turno deseen o les interese, se cobraran con creces en lealtad y vasallaje.

En España existen “interinidades” que contraria y paradójicamente a su denominación son vitalicias; “sustitutos” que no sustituyen sino que ocupan puestos permanentes; “becarios” que no acaban nunca su formación y que siguen bajo la “esclavitud” laboral del jefe que tiene la coartada perfecta de que aun les hace falta tiempo para conseguir la formación adecuada”; “asesores” para asesorar de aquello para lo que ya existen asesores de plantilla duplicando de esta forma funciones y gastos.

Con las famosas coletillas de “libre designación”, “necesidades para el servicio” o “perfil de idoneidad”, se saltan a la torera los rigurosos criterios de acceso para obtener una plaza pública, y se le da muchas veces no al mejor sino a quien “el jefe” “político” quiere y desea. Asi de sencillo y de frívolo. Así injusto y de cutre. Una vez que el “seudofuncionario” ha conseguido entrar, el permanecer en el puesto es fácil, consiste en aceptar ser el vasallo, a veces bufón, del jefe que le hizo el favor y, problema resuelto.

Esto desanima a cualquiera y altera la salud mental de los que están luchando por conseguir honradamente su objetivo de un obtener una plaza en el sector publico. Y si la victima del abuso es un joven que lleva meses, a veces años, dedicado a un estudio intenso, paciente y resignado el daño es todavía mucho mayor. Es muy frustrante para esas personas llenas de ilusión ver como otros, menos capaces y menos meritorios, ocupan puestos que a ellos se les privan de forma torticera.

Por este camino es obvio que no vamos bien. Es necesario reflexionar seriamente sobre el asunto para evitar, entre otras cosas, la fuga de jóvenes, inteligentes y preparados profesionales a otros países, en donde los méritos y la capacidad si se valoran y se tienen muy en cuenta.

 

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Por sus videos los conoceréis.

Blasfemar es pecado, dicen los sacerdotes y el catecismo. Sin embargo, sí que aberra no sólo al Derecho, sino a la más elemental ética, hacer escarnio de los sentimientos religiosos de los demás, sea cual fuere su credo. A la par, como psiquiatra, resulta siempre muy interesante analizar qué hay detrás de un sujeto que se jacta en un video de ser “maricón” –según sus propios términos-, a la par que reivindica su presunta fe, que se ve, según se deduce del engendro, lastrada por la Iglesia.

Si no saben de qué estoy hablando, basta con que busquen en Google, esa panacea moderna, los términos “video blasfemo Baleares” para llegar a ver la excrecencia intelectual efectuada por un joven, posiblemente menor de edad, que se autodenomina Samantha Hudson. El documento es francamente deplorable, por cuanto esconde un terrible mensaje de odio y discriminación, no contra los homosexuales –que francamente, creo que también, en la medida que siquiera la utilización del término “maricón” con tanta procacidad resulta desagradable para quienes tenemos un especial respeto hacia las tendencias del prójimo- como además también es muy lesivo para los que nos consideramos cristianos, que, según parece, somos una inmensa minoría en España, más de un setenta por ciento de la población. En fin, cuatro gatos.

El video, ya les anticipo, hace alusiones a Jesucristo o la Virgen María en términos tan deleznables e irrespetuosos que siquiera mencionarlos es admisible sin caer en lo escatológico –en su acepción no teológica-. Ante tal extremo, no piensen que el video en cuestión, filmado al parecer para ser presentado en el Instituto, tuvo en aquel centro mala acogida, en absoluto, se calificó de Sobresaliente. Así y aunque es verdad que hace muchos años que no me siento en un aula de secundaria o bachillerato, pero en efecto, creo que por muy desfasado que yo esté –que seguro lo estoy- y por mucho que hayan cambiado las cosas –por desgracia, no siempre a mejor- resulta increíble tal valoración de una basura infecta de odio tan sinvergüenza y cómplice.

Como profesional de la salud mental, creo honestamente que un menor que se expresa en estos términos está necesitado de protección. Debe valorarse si su desarrollo está siendo el adecuado, si ese asco hacia la Iglesia y lo que representa es una idea libremente formada, y en todo caso, hacerle ver que la ofensa a los sentimientos religiosos de los demás es un acto contrario al Ordenamiento, y que además, expresa claramente que una persona no está preparada para convivir en sociedad, por cuanto, tal extremo, en una democracia, implica una tolerancia necesaria a lo que no sólo es diferente a mi, sino contrario, a aquello que me disgusta. Eso es desarrollo sano. Lo contrario, es un devenir patológico, violento -ahora, verbalmente, luego veremos- y con un problema para adaptarse a un entorno donde las religiones y las creencias deben convivir sin agresiones como estas.

Por otra parte, también no deja de sorprenderme como las autoridades judiciales no han tomado medidas, especialmente la Fiscalía de Menores de Baleares, ante este tipo de materiales que fomentan conductas de violencia y ataque a una creencia. A la par, no podemos dispersar el foco sobre quienes tienen capital responsabilidad –y a lo mejor, culpa-, como son los profesores y como son también los padres, que deben controlar lo que sus hijos hacen, por mayores que sean dentro de su minoría de edad legal. Es una responsabilidad de muchos evitar estas manifestaciones que como cristiano, me ofenden, y como psiquiatra, me preocupan.

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“Reinas Magas”: ¿Paridad o parida?

Paridad y paridas no es lo mismo, ha dicho Esperanza Aguirre con tono circunspecto, y no le falta razón a mi entender. La condición humana no deja de sorprendernos, y puestos a crear noticias y a llamar la atención somos los españoles realmente unos “figuras” de mucho cuidado. Parece que ahora es el “cambio” lo que “mola”, como dicen algunos, y junto al “cambio” la dichosa “paridad”, aunque ello vaya no solo contra natura, sino también contra el sentido común.

El hecho de que en los barrios madrileños de Vallecas y San Blas vaya a haber cabalgatas de “reinas magas” es irrelevante en sí, anecdótico, pero si tiene, al menos para los que nos dedicamos al estudio de la salud mental, un cierto valor indicativo de lo que piensan, creen y sienten algunas personas. Son muchas veces los pequeños signos y síntomas, como decimos los médicos, los que nos ponen en guardia y permiten el diagnostico de una entidad, trastorno o alteración. Por ello, una cosa es que todos, hombres y mujeres tengamos los mismos derechos ante la ley, algo indiscutible, y otra muy distinta querer cambiar absurdamente hasta la historia y las tradiciones so pretexto  de la paridad.

El hombre y la mujer no son biológicamente iguales, por mucho que algunos lo proclamen. Hay diferencias sustanciales de tipo hormonal, de distribución del panículo adiposo, de la cantidad de masa muscular. También hay diferencias neuroquímicas, osteológicas, anatómicas, senso-perceptivas, en fin, que por mucho que nos empeñemos, mejor dicho por mucho que algunos se empeñen, ya que servidor lo tiene muy claro, no es posible, al menos de momento, conseguir la paridad biológica. Eso, parafraseando un slogan de campaña electoral, “no se puede”.

No es necesario insistir en que todos, hombres y mujeres, tenemos los mismos derechos, es obvio, dudarlo es insultante y a estas alturas de la película nadie lo puede cuestionar. Pero de ahí a hacer que los reyes magos, es decir la tradición para unos, la historia para otros, la fabula, el mito y la leyenda para una gran mayoría, tengan que entrar en el campo político y convertirse en un elemento ideológico, con todos los respetos, me parece una memez.

España tiene en este momento muchos problemas e importantes retos. Nuestros representantes tienen que dialogar, ceder, transigir. Deben pactar, formar un nuevo gobierno y seguir adelante con la recuperación económica y social. Todos tenemos que intentar ser felices y vivir de la mejor y mas honesta manera posible.

Por eso lo de las “Reinas Magas” es tan solo una boutard, una broma, un chiste. Pero, eso si, es un chiste significativo de hasta donde puede llegar el ser humano en su afán por significarse e innovar. No sólo se pretende cambiar de gobierno, hecho natural y saludable tras unas elecciones, parece que algunos aspiran también a cambiar la tradición y si les dejan hasta el sexo de los reyes magos. Lo dicho: “Ni están todos los que son, ni son todos los que están”.

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¡Que horror, llego la Navidad!

No, no es un desliz, ni una equivocación tipográfica. El título de mi reflexión quiere poner de manifiesto un sentimiento extendido, aunque también camuflado. Una percepción frecuente, aunque encubierta por un “buenismo” generalizado que parece inundarnos en estas fechas. Es, en suma, una forma diferente de entender la Navidad, que aunque no sea socialmente aceptada ni bien vista, es, a mi entender, real como la vida misma.

Y es que la Navidad ha cambiado mucho su esencia en los últimos años. Ahora los días navideños son, ante todo y sobre todo, un periodo vacacional, “contaminado y marcado”, eso sí, por las abundantes cenas, comidas, regalos, fiestas, viajes, árboles, belenes y demás artículos de este peculiar momento festivo.

Hoy las Navidades son una excusa para celebrar y recordar lo que nos gustaría ser, pero no lo que en verdad somos. Las Navidades se han convertido en un canto y apología al consumo desmedido y al desmadre gastronómico y enólico. Estas fiestas son para muchos una recalcitrante “obligación” de ser “aparentemente felices”, cuando su vida realmente no les da muchos motivos para ello. Y es que la Navidades son para una buena parte de la población, unas fechas tristes donde se echan en falta a los seres queridos y donde se percibe más que nunca la desgarradora soledad que a veces nos atenaza.

Mi recomendación como estudioso de la salud mental es sencilla y contundente. No se sienta obligado y forzado a hacer lo que conviene en las fiestas navideñas, sino aquello que desee. Intente ser natural, espontaneo y sobre todo sincero. Trate de no entrar en el “circo mediático” y no se deje influir por los anuncios empalagosos y cargantes. Rechace esos “compromisos ineludibles” y esas “reuniones familiares” que luego ni son ineludibles y que de familiares solo tienen la fachada. Controle sus gastos y no tire la casa por la ventana, no por mucho regalar va a conseguir que le quieran mas ni que su autoestima aumente. Aun esta a tiempo de hacer las cosas de otra forma. De una forma mas sana y sincera.

Como dicen algunas proclamas y mensajes “navidad debería ser todo el año” y no solo estos días que se nos avecinan. El espíritu y las actitudes de tolerancia, concordia y respeto por los demás no son patrimonio exclusivo de unas fechas concretas del año, sino que tendrían que ser una forma de vida que no esté sujeta a credos religiosos ni a las fechas del calendario.

¡A pesar de todo les deseo unas felices y saludables fiestas!

 

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El fanatismo yihadista: paradigma de la enfermedad mental.

En momentos como los actuales, a golpe de sensación y de teletipo, la reacción humana primera ante la masacre de París se centra en buscar adjetivos y explicar lo sucedido, como duelo colectivo necesario ante la barbarie. Frente a estos hechos, muchas voces hablan de maldad y bondad, del “bien” y el “mal”. Esta dicotomía resulta, a los ojos de un psiquiatra clínico, una respuesta tan reduccionista como inexacta. Lo que ha pasado en Paris no es ajeno a la psiquiatría, sino que es la palpación de una situación psíquica de enorme peligrosidad criminal, el fanatismo religioso, una enfermedad mental con mayúsculas.

El mal claro que existe, desde luego, y no se cura con psicofármacos, ojalá. Por eso existen moralistas y psiquiatras, porque ni aquellos entienden de la mente enferma, ni nosotros somos quienes para albergar parámetros conductuales éticos. Sin embargo, en nuestra rama de la medicina observamos, en una mínima parte de los enfermos (reitero mínima, porque lo contrario es estigmatizante e injusto), una patente peligrosidad, una capacidad para desarrollar conductas de enorme riesgo para los bienes jurídicos. El resultado es la muerte, el dolor, el sufrimiento, lo que en suma, llamamos “lo malo”. Ahora bien, y el origen de esa conducta, ¿es diabólico o fisiológico?. Hoy, en el siglo XXI, oír a colegas hablar de la maldad en psiquiatría resulta tan sorprendente como que un meteorólogo crea que un rayo es un enfado de Zeus.

El fanatismo es, en términos divulgativos, lo que los libros de psiquiatría llamamos ideación delirante. Es decir, son pensamientos que no siguen las reglas de la lógica y la razón, y que se impregnan de una fuerte carga emocional. Ello les lleva a morir matando. La maldad, volviendo a ese término que como psiquiatra no debo utilizar, llegaría a matar cómodamente sentado desde un sillón a 1000 kilómetros, pero no a ponerse una bomba en la cintura. Para llegar al extremo de despreciar tanto la propia existencia y vencer, coherentemente, al elemental instinto de supervivencia, es preceptiva la existencia de una patología psiquiátrica, en la que la mente del enfermo se puebla de un conjunto de creencias falsas, absurdas, desproporcionadas, cuando menos, construidas de una manera patológica y enfermiza.

El fanático (delirante) deja de pensar y razonar de forma lógica. El sujeto pasa a considerarse un “elegido”, alguien que tiene capacidad de haber comprendido la verdadera trascendencia, un mensaje o idea sobrevalorada al extremo. Ello mediatiza y distorsiona su comprensión de la realidad. Su suspicacia se dispara, el sentimiento de persecución está presente en todo y se convierte en un tamiz que filtra toda la información que recibe. Todo ello se realiza de forma progresiva, días, meses e incluso, años. Sus razones son las “únicas verdades absolutas” y todo lo que no las respalde deja de ser valido, y en ese contexto, la capacidad de transacción se elimina, el sujeto presenta una elevada intolerancia a la frustración (en la convicción íntima de su incólume fe en la idea sobrevalorada) y, acto seguido, la capacidad de matar es directamente proporcional a la insignificancia de la propia existencia en el contexto de la defensa de la idea mitificada.

Por eso es tan difícil luchar contra estos actos usando las reglas de la guerra convencional, no solo por las peculiaridades del acto en sí (grupos pequeños, lobos solitarios, comandos dormidos, etc.), sino por que el verdadero terror está en lo que está el sujeto dispuesto a perder. La sociedad puede amenazar con cárceles, con más bombas, con persecución implacable. Sin embargo, un problema anterior y mucho más grave nos afecta. Cuando siquiera la conservación de la propia vida es un freno, ¿qué limita al terrorista para actuar?.

josecarlosfuertes.com

 

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Salud mental y política.

Estos días estamos oyendo con profusión términos como: soluciones políticas, debate político, problemas políticos, respuestas políticas, ante lo que está ocurriendo en una querida y entrañable parte del territorio español. Un servidor es de los que piensa que se está utilizando eufemística y torticeramente la palabra “política”, y lo que es peor, fuera de su texto y contexto. La política debe estar siempre subordinada, en un estado democrático y de derecho a las leyes, sin estas no hay seguridad, y sin el acatamiento de “todos”, políticos y no políticos al ordenamiento jurídico, no puede haber orden ni concierto, sino anarquía, autoritarismo y confusión.

Pero mi objetivo no es hablar de política, ni debo ni quiero, sino de salud y enfermedad mental, cada uno a lo suyo y los psiquiatras, aunque tengamos nuestra opinión personal sobre lo que acontece, solo somos expertos en medicina. Por ello quiero empezar diciendo que desde mi óptica profesional, hay serios indicios para hablar de que una parte la sociedad española está padeciendo un “episodio psicótico” generalizado, si por psicosis se entiende una perdida del contacto con la realidad.

Hay ciudadanos políticos que parecen tener un percepción distorsionada de la situación y se creen inmersos en una trama de persecución delirante con ideas de perjuicio, daño, y hostilidad que proviene, dentro de su confabulación psicótica, de otros políticos que solo pretenden vilipendiarles, que nos les comprenden y que son agentes destructivos de una conspiración creada para su ruina.

Como suele ocurrir en las psicosis no hay argumentos verdaderamente ciertos, solo interpretaciones y percepciones delirantes (falsas, a veces absurdas, pero siempre irrebatibles a razonamientos lógicos). Hay sospechas, dudas, suspicacia, recelos, valoraciones deformadas y subjetivas, y en base a todo ello se construyen los delirios. Asi funciona el cerebro humano, y los políticos, por el momento son también seres humanos, aunque a veces por lo que dicen y hacen nos cueste creerlo.

Estas ideas delirantes pueden ser como digo “aparentemente coherentes”, incluso hasta creíbles, no está en ello su patología, los psiquiatras lo sabemos bien. El paranoico nos puede engañar, convencer, hacernos dudar, “llevarnos al  huerto”, como se dice de forma coloquial. Pero poco a poco iremos viendo que lo que nos cuenta es una ficción de su mente enferma, ficción y falacia que el mismo ha asumido como la única verdad. Tengo algo mas que la impresión clínica de que eso es lo que está ocurriendo en la actualidad.

Las psicosis además y para mas inri se contagian, se pueden transmitir, inducir, transferir. Es lo que se ha llamado clásicamente folie a deux o locura inducida, que han dado lugar a finales de todo tipo, la mayoría de ellos muy tristes y preocupantes. Esto explicaría la respuesta social que hemos visto en las elecciones pasads. Además, cuando una mentira se repite muchas veces, llega a “convertirse” en verdad (verdad social), dicen algunos expertos en sociología y psicología social.

A lo mejor, sólo a lo mejor,  si a todo lo que está pasando en España se le diera una lectura mas psicopatológica, las cosas se comprenderían mejor. Ante un cuadro psicótico hay que aplicar un tratamiento a veces duro, puede que doloroso, incluso coactivo, pero siempre necesario por el bien no solo del propio enfermo, sino también de su entorno. Dejarlo delirar es, además de una mal praxis, una crueldad manifiesta y asumir riesgos que nos pueden salir muy caros.

Ponga un psiquiatría en su vida

 

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¿Es el tribunal del jurado la mejor opción para casos mediáticos?

Han pasado dos largos años desde que se encontró el cadáver de la niña Asunta Basterra Porto, cuando han saltado a los medios las primeras imágenes de sus padres sentados en el banquillo imputados (hoy encausados tras la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal) por asesinato. Los expertos hablan de unos veinte días de sesiones en los que veremos declarar a unos y a otros, ante la mirada expectante de nueve ciudadanos que tendrán la responsabilidad de decidir el futuro de estos padres. Y aunque hay una opinión general con un claro veredicto de culpabilidad preformada, siempre caben las sorpresas.

Confieso que como psiquiatra forense me resulta a fecha de hoy un enigma el móvil de este asesinato, enigma que espero y deseo el plenario que se esta realizando en Santiago nos ayude a despejar. Veremos lo que nos cuentan los encausados, los testigos directos e indirectos y los peritos ya sean públicos o a instancia de parte. Oiremos con atención las preguntas y alegatos de defensa y acusación particular y publica. Y por último recibiremos el veredicto del jurado popular, institución polémica y cuestionada, que en esta ocasión tendrá la compleja misión de abstraerse de todo lo visto y oído hasta el momento, y dirimir la existencia de culpabilidad o inocencia de Rosario y de Alfonso.

Si cualquier crimen es siempre repugnante y deleznable ya que coloca al ser humano en una situación de irracionalidad, el asesinato premeditado y con alevosía de un hijo es una conducta que a mi modo de ver va siempre de la mano del desequilibrio o anormalidad psíquica. El caso de Asunta Basterra Porto es un caso inaudito desde la óptica forense y sumamente “interesante” desde la perspectiva clínica.

Veremos si la cuestionada y polémica institución del jurado es capaz en esta ocasión de abstraerse de toda la abundantísima información mediática previa, y centrarse solo en las pruebas, dejando a un lado lo que han visto y oído y lo que siguen viendo y oyendo, ya que el preceptivo aislamiento no existe y siguen recibiendo mensajes de todo tipo.

Veremos si el jurado es capaz de no dejarse manipular o seducir durante todo este periplo de largas sesiones por los exposiciones de defensas y acusación intentando llevarse legítimamente cada uno “el ascua a su sardina”.

Veremos si el jurado es capaz de entender y apreciar las diferencias jurídicas sutiles que un caso complejo como este conlleva y desenmarañar los informes periciales, dándoles sólo el valor real que tienen.

Veremos si el jurado es capaz de no dejarse impresionar por la retransmisión en directo que todas las televisiones vienen haciendo del proceso, por los mas de cien periodistas acreditados para la ocasión y por el minucioso análisis que en diferido tertulianos y comentaristas de todo el mundo están haciendo.

Veremos si estos nueve profanos en derecho constituidos como tribunal del jurado pueden hacer un papel digno y poner el punto y seguido, que no final, a una historia sórdida, macabra y triste que nunca debió de producirse.

 

 

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La sonrisa: eficaz medicina.

Qué poco nos cuesta sonreír y sin embargo que rácanos somos a la hora de esbozar una sonrisa. Sonreír es saludable para quien lo hace y también por supuesto para quien lo recibe. ¡Ah!, y además, es barato, muy, pero que muy barato. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto sonreír? Curioso misterio que me temo no voy a ser capaz de despejar en su totalidad.

La sonrisa es una forma amable y también fructífera de empezar una relación, cualquier relación. La persona que sonríe le está transmitiendo a su interlocutor en primer lugar su buen estado de ánimo y en segundo lugar su predisposición favorable a que la relación sea cordial y fructífera. La sonrisa es sin duda una excelente manera de facilitar las relaciones interpersonales, de hacer amigos y de conseguir los objetivos que nos hemos propuesto.

Pero la sonrisa no sólo influye de forma positiva en las relaciones entre los seres humanos, sino que es también una arma poderosa y eficaz para que el mensaje sea mas persuasivo. Por ejemplo, con una sonrisa una mujer tiene muchas probabilidades de empezar a “conquistar” a un hombre. También con una sonrisa puede ser más sencillo “persuadir” a un cliente y facilitar la consecución de un buen negocio. Con una sonrisa es posible “romper el hielo” tras una pelea con un compañero de trabajo. Con una sonrisa es más fácil “allanar” el camino en una discusión científica. Con una sonrisa es más accesible obtener información en una ventanilla pública, y hasta, si nos apuran, también con una sonrisa es más sencillo conseguir una mejor fila en el patio de butacas cuando solicitamos una entrada ara el musical de moda.

Ahora bien, la sonrisa puede ser también, según quién y cómo la emplee, un arma letal, sádica, destructora, siniestra, incluso cruel, terriblemente cruel. Hay sonrisas, y todos tenemos alguna experiencia en ello, que se clavan como dardos envenenados y son capaces de hacernos mucho daño. Pero afortunadamente son las menos y queremos centrar nuestra atención por el momento sólo los aspectos positivos.

La sonrisa es, además de un excelente medio para facilitar las relaciones personales y una poderosa máquina de seducción, una excelente medicina y una módica terapia eficaz y útil para todos los males.

Cuando el médico sonríe al enfermo le está aplicando, a veces sin ser del todo consciente de ello, un tratamiento eficaz, sencillo y económico. El enfermo se reconforta y tranquiliza, la confianza en su médico aumenta, y con toda seguridad el resultado de la intervención médica, sea cual sea esta, será mucho más positivo y favorable. La risa es un excelente remedio para las dolencias más diversas.

Pero si importante es prodigar sonrisas, mas lo es si cabe saber reírse de uno mismo. Este es un ejercicio que deberíamos hacer todos los días nada más levantarnos. Reírnos de nosotros mismos, no como muestra de frivolidad y desdén, sino como una manera de tener siempre presente lo relativo, nimio, baladí y superficial que es casi todo en esta vida.

No se tome la vida demasiado en serio, no merece la pena y procure utilizar el humor siempre que le sea posible. Además, y como dice este aforismo medico clásico que recojo en uno de mis libros (Doctor ayúdeme), nos conviene ser generosos al emplear la sonrisa, no en balde “para fruncir el ceño se emplean 32 músculos, para sonreír 28; sonría aunque solo sea por economía”.

 

 

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“Cuando la sexualidad se convierte en sufrimiento”.

El ciclo sexual en los seres humanos tiene básicamente cuatro fases o estadios: Fase de deseo, de excitación, de orgasmo y de relajación, Las alteraciones en cualquiera de estas fases, dan lugar a las llamadas “disfunciones sexuales” las mas importantes por su frecuencia son las siguientes:

Disfunción Eréctil (Impotencia): Trastorno en la erección que imposibilita que el pene alcance la tumescencia necesaria para poder realizar el coito. Aunque puede deberse a causas orgánicas (diabetes, problemas vasculares, consumo de medicamentos o sustancias tóxicas), lo más frecuente es que su origen sea de tipo psicológico (ansiedad anticipatoria, inmadurez psicológica, miedo al fracaso, etc.)

Eyaculación Precoz: La eyaculación precoz es una disfunción sexual que padece casi el 30 % de los hombres. En estos la eyaculación se produce o bien antes de la penetración vaginal, o en todo caso inmediatamente después de efectuarla. Los sujetos que padecen eyaculación precoz lo viven siempre con marcada insatisfacción y ansiedad, llegando a desarrollar con frecuencia conductas de evitación sexual (rechazan tener contactos sexuales), y lo que es peor, también trastornos en la erección (impotencia).

 Anorgasmia Femenina (Frigidez): Afecta al 16 % de las mujeres, incrementándose con la edad, siendo la disfunción más frecuente en el sexo femenino. Hay que distinguir anorgasmia coital, es decir al producirse la penetración no se alcanza el orgasmo, de la anorgasmia completa o clitoridea, en la que tampoco se consigue el orgasmo con la masturbación. Los factores etiológicos más importantes son de tipo psíquico.

Dispareunia y Vaginismo: Afectan a un 8 % de las mujeres, siendo  más frecuente el vaginismo (contractura involuntaria de la musculatura vaginal) que la dispareunia (dolor en las relaciones sexuales). Los factores etiológicos son sobre todo de tipo educacional.

Otro tipo de alteraciones en la conducta sexual son aquellas que se producen en la elección del objeto sexual, prefiriendo el sujeto de forma “excluyente” y “repetitiva” una serie de prácticas o comportamientos sexuales estereotipados, son las denominadas “parafilias”, que antaño se llamaban con un tono ciertamente moralizante “perversiones o aberraciones sexuales”. Estas alteraciones en la conducta sexual se caracterizan por los siguientes síntomas:

  • Participación de objetos no humanos
  • Prácticas que comportan sufrimiento o humillación propia o del compañero
  • Participación de niños o personas que no consienten

Este tipo de trastornos sexuales produce con frecuencia problemas legales (Manual de Psiquiatría Forense) ya que al estar implicadas terceras personas de forma involuntaria entran con frecuencia en los llamados delitos contra la libertad e indemnidad sexual (abusos sexuales, agresión sexual, exhibicionismo,  etc.)

Por último, también pueden aparecer alteraciones en la llamada “identidad sexual”, dando lugar a una desarmonía entre el sexo biológico y el psicológico que es lo que se conoce como Transexualismo, esta entidad requiere un tratamiento médico y a veces quirúrgico para modificar los caracteres sexuales secundarios que el transexual tiene.

El tratamiento de las alteraciones sexuales irá preferentemente dirigido a descartar la existencia de cuadros somáticos o procesos físicos, así como a proporcionar una información lo más aséptica posible sobre las bases fisiológicas del comportamiento sexual.

 

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