Primeramente se dijo que el Gobierno se esconde tras los jueces y tribunales, posteriormente que se esconde tras las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el último esperpento que acaba de escucharse es que, ahora, se esconde tras la banca (estampida del banco Sabadell y Caixabank). Por definición, sólo se esconde quien acude a un lugar de difícil búsqueda y en un Estado de Derecho no existe lugar más visible que la Ley y los jueces y tribunales actuando éstos no sólo de árbitros sino ilustrando del correcto entendimiento de la norma para una adecuada convivencia y a la que se llega por uno más de los elementos que establece la Constitución y entre los que se halla (en relación al último esperpento) una ordenación financiera pero, asentada y localizada en un mundo real y no en el mundo lunático de la Republica catalana ni en el anárquico mundo de Podemos “sin detenciones,inhabilitaciones ni multas”. El único que se esconde es quien pretende cobijarse bajo la sombra del separatismo, intento ineficaz frente a los haces de luminosidad y nada de oscuridades ni tinieblas que emite un Estado de Derecho.
Otro no menor de los despropósitos que se dice es que el gobierno catalán se ha ganado por goleada de 6-1 (en relación a seis manifestaciones del separatismo frente a una manifestación de la “mayoría silenciosa” de Cataluña) el derecho a pactar con el Estado. Debe observarse, en primer lugar, que cero (de calidad juridico-política) no arroja una cifra superior a la única manifestación (pero con toda la calidad juridico-política que constituye la Constitución y todos sus resultados en estos 40 años); y, en segundo lugar, que cuando la calidad juridico-política del separatismo es de cero, ello le obliga a repetir el mismo acto seis y hasta sesenta veces para ver si cuela o engaña a alguien pero cero, más cero más cero, sigue siendo inferior a uno (una manifestación). Cero “elevado a la sexta”, (seis manifestaciones) también, es cero.
De la misma autoría de este penúltimo esperpento es la referencia respecto a que Cataluña nunca ha utilizado ninguna arma. Para la Ley (como árbitro supremo a la que hemos de remitirnos) además de las armas sanguinarias existen otra multitud de armas como el arma verbal (delito de amenazas) y por lo que aquí respecta debe citarse el arma juridico-política (bodrio juridico-político separatista de los días 6 y 7 de septiembre) explicitada en las diversas tipificaciones penales atentatorias del orden constitucional.
Además, el legislador (entre los diferentes y distintos delitos) no se centra principalmente en el medio empleado (“arma” en sentido estricto; o, bien, “arma” en el mismo significado de la seudolegislación) como la “ilustrada” cree, sino que el legislador para establecer la graduación de las penas en lo que se fija es en el bien jurídico (la vida, el orden constitucional, etc…) sobre el que se pretende atentar y la estimación del orden constitucional aún siendo inferior a la de la vida (por razones obvias, por ser ésta el bien jurídico nº 1) es, no poco alta y por lo tanto el medio (la seudolegislación) con el que se pretende atentar contra el orden constitucional, merece el calificativo de toda una auténtica arma.
Al terrorismo sanguinario se le superó con el sudor del esfuerzo de todos los españoles y con las lágrimas y dolores de los familiares de las víctimas y al terrorismo juridico-político separatista se le superará, igualmente, con ese mismo sudor del esfuerzo de todos los españoles y con las lágrimas y sufrimientos de la “mayoría silenciosa” de Cataluña (lo de “silenciosa”habrá que decir que sólo hasta ayer).
En esta ocasión, no han aflorado ni Rappel ni Aramis Fuster sino uno de sus delfines como Pedro Sánchez si bien el primero salió de Barcelona “poniendo pies en polvorosa”. ¿ Qué tendrá el separatismo que todos salen huyendo de Cataluña? ¿ Qué tendrá el separatismo que une hasta Pablo Iglesias y a la banca en su huida? Nada bueno:las distintas pero nefastas consecuencias, para uno y otro, del separatismo.
Pedro Sánchez ha agradecido a Josep Borrell su “firme compromiso” a favor de una Cataluña integradora en el discurso pronunciado al término de la manifestación de la “mayoría silenciosa” de ayer en Barcelona. Obsérvese que Pedro Sánchez habla de “firmeza” (y, sobre todo, de cálido habría que añadir) en el discurso de Josep Borell y ello es curioso porque ¿dónde está la fortaleza que dice que ha adquirido Pedro Sánchez en los últimos meses?
¿No será, más bien, que el único que se esconde es Pedro Sánchez con un nada “firme compromiso” reduciéndose a un tibio, tenue, genérico y oscilante apoyo al Gobierno frente a la determinación del otrora glorioso PSOE: Felipe González, Alfonso Guerra, Josep Borrell y una parte arrinconada del actual PSOE? No se puede lidiar con el separatismo desde la barrera como pretende Pedro Sánchez esperando a pronunciarse hasta el día después o instantes después de que lo haga Carles Puigdemont. Pedro Sánchez debería aprender de la madurez firmemente conservada de los gloriosos citados y no persistir en su niñez-adulta que es la que le hace ser el delfín de Pablo Iglesias.
Por su parte, se le ha objetado al Gobierno la lentitud, especialmente, en la adopción de las últimas medidas pero, si en estos mismos momentos, el principal apoyo que se debería tener como es el PSOE, sale éste con peteneras de reprobaciones a la vicepresidenta del Gobierno, ¿qué no menos habría dicho, tiempo atrás?
El Estado de Derecho dispone de elementos más que suficientes para desbaratar cualquier infraestuctura y máxime si es de tipo “pandillero” como la que nos enfrentamos pero el uso de estos elementos si no se hace con el apoyo de tus “socios” ello conlleva que estos se unan a los “no-socios” de siempre y de todos (la demagogia-”progresista”).
Y respecto del diálogo tan cacareado, quien está enfermo político-mentalmente más que exigir un diálogo y automedicarse con propuestas la menos de las veces altamente tendenciosas, lo que procede es una cura de tiempo a través del lapso de tiempo de unas elecciones autonómicas.
Más que de diálogo habría que referirse más propiamente a unas simples conversaciones/encuentros porque lo que es preciso para mejorar desde un punto objetivo la adecuada convivencia tiene su sobrada cabida en los citados encuentros salvo que se quiera acudir a un diálogo/macrodiálogo para echar por tierra, mar y aire lo conseguido en 40 años.