La escala de Shepard es el nombre que recibe una ilusión auditiva que consiste en la superposición de ondas senoidales separadas por octavas. Cuando esta escala se reproduce en bucle engaña a nuestro cerebro al crear la sensación de que el tono está siempre aumentando, pero en realidad se mantiene siempre constante. El cineasta británico Christopher Nolan y el compositor alemán Hans Zimmer se han servido de esta ilusión para envolver la banda sonora de la película Dunkerque como elemento de cohesión entre los tres espacios temporales y espaciales diferentes que componen la narración. Es como si la parte visual del filme fuera un engranaje de tres piezas y la parte sonora la correa dentada que los abraza a medida que escala la tensión diegética en cada uno de ellos hasta que hacia el final los encierra en un único mecanismo.
En los últimos meses he pensado mucho en este aparente desajuste entre la tensión real y la tensión percibida cada vez que leía sobre el proceso soberanista en Catalunya y en cómo los gritos de España se rompe y de Espanya ens roba habían creado un bucle de tensión, sobre todo a partir de la toma de posesión de José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2004. En todo este tiempo parecía que el tono estaba siempre aumentando cuando en realidad se había mantenido siempre constante, pero no cabe duda de que ha engañado a nuestros cerebros tanto que al final han acabado convenciendo hasta al más escéptico. Y uno ya no sabe qué es real y qué no, si hay una sola opción correcta o son las dos equivocadas, si esto tiene solución o no hay manera de arreglarlo. Enhorabuena a todos los que lo han hecho posible desde sus sillones, sus procesadores de textos y sus micrófonos.
